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Dios creó el sábado como el acto final de la semana de la Creación. Se ha dicho que en el séptimo día, Dios no solo descansó, sino también creó el reposo como parte integral del mundo. El sábado era una demostración de la forma en que fuimos creados para interactuar con Dios y con los demás.

Por ende, no es de extrañar que el sábado sea uno de los mandamientos en el plan de Dios para su pueblo, que se muestra al principio del establecimiento de la nueva nación israelita. Este tendría un papel fundamental en la vida de los hebreos.

A menudo, cuando hablamos del sábado, la conversación se traslada rápidamente a cómo guardarlo. “¿Qué cosas no deberíamos hacer?”, y otras por el estilo. Por más importantes que sean estas preguntas, necesitamos comprender el papel integral que el sábado debía desempeñar en el mundo y en la vida del pueblo de Dios como símbolo de la gracia y la provisión de Dios.

Como dijo Jesús, el día de reposo sabático fue creado para toda la humanidad. Cuando verdaderamente nos “acordemos del día de reposo”, este nos cambiará todos los días de la semana y, como lo demostró Jesús, también puede ser un medio para bendecir a los demás.

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Revista Adventista de España