Como seres creados libres, con la capacidad de realizar elecciones inteligentes, podemos escoger pensar en positivo. Sin embargo, de forma automática, a la mayoría de nosotros, nos nace pensar negativamente. Tal vez, porque desconocemos las muchísimas virtudes que pensar en positivo tiene para nuestra salud y nuestra vida en todos los aspectos… ¡Y porque nos cuesta creer que podemos elegir!
En un mundo caracterizado por el estrés, la incertidumbre y los constantes desafíos, el pensamiento positivo y la confianza en Dios emergen como pilares fundamentales para mantener el bienestar emocional y mental. Numerosos estudios han demostrado que cultivar una actitud positiva no solo mejora la calidad de vida, sino que también tiene efectos tangibles en la salud física y mental. Incluso en las relaciones sociales, familiares y laborales.
El pensamiento positivo se basa en la idea de enfocarse en los aspectos constructivos y optimistas de la vida, mientras que la confianza en Dios añade una dimensión espiritual que proporciona esperanza y fortaleza en momentos difíciles. Una vía de comunicación con el Todopoderoso que le otorga permiso para actuar en nuestra vida. La combinación de todas estas perspectivas transformará la manera en que vivimos y enfrentamos los problemas cotidianos.
Pensar positivamente nos hace más resistentes al estrés
Investigaciones indican que las personas que practican el pensamiento positivo tienden a ser más resilientes, a manejar mejor el estrés y a disfrutar de relaciones interpersonales más saludables. Este enfoque no trata de ignorar los problemas, sino de enfrentarlos con una actitud constructiva y una perspectiva esperanzadora.
Por otro lado, la confianza en Dios ofrece un soporte crucial en momentos de crisis. La fe proporciona un sentido de propósito y una fuente inagotable de consuelo. Las enseñanzas bíblicas a menudo promueven valores como el amor, la gratitud, la compasión y el perdón, que son esenciales para mantener una mentalidad positiva. Además, la oración reduce la ansiedad y el estrés, creando un estado mental más tranquilo y enfocado.
La sinergia entre el pensamiento positivo y la confianza en Dios es un excelente binomio para enfrentar los desafíos de la vida. Las personas que integran estos principios en su vida diaria reportan una mayor satisfacción general y una capacidad superior para manejar adversidades. En tiempos de dificultad, estas herramientas permiten encontrar significado y motivación, impulsando a las personas a superar obstáculos con mayor eficacia.
Además, el impacto de estos enfoques no se limita a la esfera individual. A nivel comunitario, la promoción del pensamiento positivo y la confianza en Dios puede fortalecer el tejido social, fomentando comunidades más solidarias y resilientes. Los líderes, incluidos los religiosos, desempeñan un papel crucial en la difusión de estos valores, inspirando a las personas a adoptar una actitud más positiva y a confiar en un poder superior.
El pensamiento positivo y la salud física
Pero el pensamiento positivo no solo mejora la salud mental, sino que también tiene un impacto significativo en la salud física. Diversos autores [1][2] [3] [4] confirman que una actitud optimista puede fortalecer el sistema inmunológico, reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y aumenta la longevidad.
El pensamiento positivo, definido como una tendencia a ver el lado bueno de las cosas y mantener una actitud esperanzadora ante los desafíos, ha sido vinculado a una serie de beneficios para la salud. Las personas con una perspectiva optimista tienen menos de probabilidades de sufrir un evento cardiovascular importante en comparación con aquellas con una visión más pesimista.
Una de las explicaciones de este fenómeno radica en la relación entre el estrés y el pensamiento positivo. El estrés crónico es conocido por sus efectos perjudiciales sobre la salud, incluyendo la presión arterial alta, problemas digestivos y debilitamiento del sistema inmunológico. Las personas con una actitud positiva tienden a manejar mejor el estrés, lo que a su vez reduce estos riesgos.
Beneficios de pensar en positivo
Alguien escribió doce beneficios de pensar en positivo. Estos son:
- Ayuda a crecer.
- No deja que tu pasado te limite.
- Ayuda a evitar el estrés.
- Desarrolla la confianza en ti mismo.
- No te paraliza por el miedo a fallar.
- Mejora las relaciones.
- Ayuda a encontrar trabajo.
- Combate dolores y enfermedades.
- Te vuelve más resistente.
- Aumenta la satisfacción en el trabajo.
- Ayuda a superar la ansiedad y depresión.
- Evita tensiones e inconvenientes.
- Más allá de todo esto, uno de los beneficios más importantes de pensar en positivo es que contribuye a cultivar un espíritu de contentamiento y experimentar la alegría de vivir.
Elige pensar positivamente
«La última libertad del ser humano es elegir su propia actitud frente a las circunstancias» (Viktor Frankl). Y es que, como seres inteligentes, dotados de libertad de elección por el Creador, podemos escoger nuestra actitud ante la vida. Es cierto que no podemos escoger las circunstancias, pero sí como afrontarlas.
Poseemos una extraordinaria capacidad para tomar decisiones conscientes y, mediante estas, generar hábitos positivos que pueden transformar nuestra vida. Esta habilidad no solo radica en la inteligencia y la racionalidad, sino también en la voluntad y la perseverancia. La neurociencia y la psicología han demostrado que nuestras elecciones diarias pueden reconfigurar nuestro cerebro, reforzando patrones que promuevan el bienestar y la salud.
La creación de hábitos positivos comienza con decisiones pequeñas pero consistentes. Elegir comer una manzana en lugar de un postre azucarado, optar por subir escaleras en vez de usar el ascensor, o dedicar unos minutos diarios a pasar tiempo de calidad con Dios, son ejemplos de elecciones que, repetidas en el tiempo, se consolidan en hábitos saludables. Estos comportamientos no solo mejoran la salud física, sino que también fortalecen la resiliencia emocional y mental.
Dios creó nuestro cerebro con neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales. Cuando una acción se repite, las sinapsis entre las neuronas involucradas se fortalecen, haciendo que la conducta se vuelva más automática y menos dependiente del esfuerzo consciente. Así, lo que comienza como una elección deliberada se convierte en un hábito. Y qué mejor hábito que decidir pensar en positivo y ser feliz, ¿no crees?
Autora: Esther Azón, teóloga y comunicadora. Redactora y coeditora de revista.adventista.es
Imagen: Shutterstock
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