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Los días 24 y 25 de noviembre, el ministerio de la mujer en Sevilla, realizó una actividad con motivo del día internacional de la eliminación de violencia de género contra la mujer, titulada ¡Libérate en la verdad!. Fue un fin de semana en el que estudiamos el origen de la violencia, cómo evitar daños profundos, y algunos aspectos legales que nos pueden beneficiar si los conocemos y hacemos uso de ellos.

Jesús como modelo para superar la violencia

El viernes noche se estudió teológicamente el origen de la violencia, y su inevitable presencia hasta que el pecado sea destruido después del milenio. ¡Esa es nuestra gran esperanza! Que un día toda violencia desaparecerá.

El sábado por la mañana se presentó a Jesús como el modelo ideal para superar la violencia, considerando el recorrido de su vida desde la cuna y hasta su muerte. Jesús fue objetivo permanente del mal, y experimentó todo tipo de violencia. Pudimos recordar cómo fue cumplida la profecía de Isaías 53 en su ser, especialmente en los últimos días de su vida, siendo azotado, escupido, rechazado, traicionado, juzgado injusta e ilegalmente, sentenciado a muerte…

Definitivamente, no hay otro como Él, en la tierra: «varón de dolores, experimentado en quebrantos». Todo el peso de la violencia satánica se focalizó en su cuerpo y en su mente. No hay nadie que pueda comprendernos mejor que Cristo.

A pesar de que durante su vida en esta tierra pisó el lagar solo, la violencia ejercida sobre Él no lo rompió estructuralmente. No logró golpearlo en su línea de flotación. Vimos cómo Jesús se sobrepuso y salió victorioso sin haber aceptado los presupuestos de la violencia, ni dejado arrastrar al terreno de la venganza, ni siquiera de la respuesta violenta. “Fue tentado en todo, pero sin pecado” A través de su vida pudimos ver cómo un autoconcepto claro, una autoestima sana, un propósito en la vida definido, y una consagración completa son un escudo que minimiza los efectos de la violencia de cualquier tipo. No quitó toda violencia, pero la venció en dos sentidos: no se produjo violencia en su interior como mecanismo de respuesta, y minimiza el daño a todo nivel.

El autoconcepto y la autoestima de Jesús

Aunque parte de su familia lo considerara loco, viniera de Galilea, le dijeran que echaba los demonios por Belcebú, que era hijo de fornicación, que no había estudiado… Aunque lo quisieron despeñar, y lo despreciaron, más todo lo que ya dijimos, Jesús decía de sí mismo cosas como: «Yo soy la luz del mundo»; «mi Padre conmigo está»; «Yo soy el pan de vida»; «Yo soy el camino, la verdad y la vida»; «nadie viene al Padre si no es por mí»… Jesús sabía exactamente quién era, y nada de lo que dijera la gente le hacía dudar de ello. Jesús no aceptó los presupuestos de la violencia. Pedía aclaraciones, perdonaba, reprendía… pero no aceptó nunca, como verdad, las duras expresiones contra él.

El propósito de vida y la consagración de Jesús

“El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido” Jesús sabía que había venido a dar su vida en rescate por muchos y no se dejó desviar de ese propósito. Para alcanzar su objetivo “le era necesario padecer y morir”. Lleno del Espíritu Santo, asistido por los ángeles, y fortalecido por la oración, Jesús enfrentó la violencia inevitable para vencerla definitivamente en la cruz. Tenía claro su propósito y se dedicó a ello con total consagración.

Para nosotros

Jesús dijo “en el mundo tendréis aflicción” Y así es. ¡Gracias a Dios que en Jesús tenemos un modelo imitable para enfrentar, evitar o deshacer la violencia y/o sus efectos, y al final salir más que victoriosos. El pecado nos deforma, la sociedad nos informa, pero solo Cristo nos transforma. ¡Él es nuestro escudo, nuestro amparo y fortaleza! “Aprended de mí” dijo el Señor, y esto ha sido el esfuerzo del fin de semana, con el deseo de que sea bendición para todos los que participaron. Recuerda: un autoconcepto claro, una autoestima sana, un propósito definido en la vida, y una consagración al Señor en cumplimiento de ese propósito, son un escudo que reduce los efectos del mal.

La ley como herramienta de defensa y protección

El sábado por la tarde tuvimos un taller en el que estudiamos la vida de Tamar, la esposa de Judá. Consideramos al detalle cómo usó ella la ley de su tiempo para resolver su situación de injusticia. Tamar es un ejemplo de cómo nosotros podemos usar los recursos legales de hoy, en los casos de violencia y minimizar los más que podamos, el daño que se puede llegar a recibir. Vimos cuán importante es estar informado sobre la legislación vigente, en lo que tiene que ver con la violencia de todo tipo, y acogerse a ella cuando sea necesario. Sea el caso, propio o ajeno, la ley es un brazo que se extiende y puede auxiliar en circunstancias de maltrato, abuso, etc. Conocerla es una obligación y usarla es un deber que puede salvar vidas.

Gratitud y esperanza

Estamos agradecidos con Dios y con el Ministerio de la Mujer por el programa realizado el fin de semana del 24/25 de noviembre. Expresamos también nuestra gratitud a la directora del departamento en Sevilla, Andrea Rengifo, y a cada una de sus colaboradoras por todos los detalles en la planificación de esta actividad y la bendición que representó para la iglesia. Que el Señor os bendiga en gran manera. Seguid con vuestra labor hasta que el día termine y Cristo venga a llevarnos al hogar. Un tiempo en el que ya no habrá más violencia, lágrimas ni dolor, porque las primeras cosas habrán pasado ya. ¡Cuánto anhelamos ese día! ¡Ven Señor Jesús!

Autor: Luis Carlos Rueda, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España. 

Revista Adventista de España