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El 1 de diciembre tuvo lugar nuestro Encuentro de familias y educación en Andalucía, en el complejo turístico de montaña «El Peñón» de Algámitas, Sevilla. 

Asistimos a un programa en paralelo en el que, por un lado, las familias reflexionamos sobre la búsqueda de nuestra identidad como familia/iglesia y, por otro lado, nuestros adolescentes asentaron las bases de la creación frente al evolucionismo, aprendiendo a estar firmes en su creencia frente a otras formas de entender la realidad. En estos temas hemos andado estos dos días y medio, intensos pero muy enriquecedores.

Hay multitud de aspectos que definen nuestra identidad, más allá de nuestro nombre, edad, sexo, gustos, características físicas y psicológicas, grupos a los que perteneces, valores, problemas, creencias…  ¿Quién eres? ¿Quién dice la gente que eres? ¿Cuáles son tus valores? ¿Cómo es tu familia? ¿Qué valores vives en familia? ¿Qué te define como cristiano? ¿Debería diferenciarme del resto? ¿Cuál es tu seña de identidad como adventista?

Parece fácil responder estas cuestiones, y a priori puede ser que muchas personas lo tengan claro, pero otras muchas nos preguntamos qué da sentido a nuestra vida más allá de respuestas retóricas y elaboradas, respuestas perfectas, pero vacías de sentido.

Según corrientes psicológicas, la construcción de la identidad no es un trabajo solitario e individual. Se modifica en el encuentro con el «otro», cuya mirada tiene un efecto sobre nosotros mismos. Es un camino de ida y vuelta y aunque no sea lo único que influye en esa construcción de identidad, sí es un pilar fundamental para ello. Los otros me definen y yo me defino con relación a ellos.

El «tiempo del yo»

Vivimos en el «tiempo del yo». El ser humano posmoderno concentra los esfuerzos en una autorrealización personal exenta de ideales o llenos de superficialidad, falta de compromisos que le saquen la zona de confort. A pesar de todo lo bueno del progreso social que han experimentado los valores, es cierto que nos encontramos en una sociedad de contrastes: la libertad, aunque nunca antes estuvimos tan atados a tantas cosas materiales; el individualismo en el que impera la ley del deseo, aunque nunca antes habíamos necesitado tanto de la relación sincera con otras personas; igualdad, aunque nunca antes habíamos encontramos tan polarizadas nuestras ideas… así nuestras familias se ven salpicadas por estos valores nos gusten más o nos gusten menos y por extensión, nuestras iglesias. ¿Cómo es tu familia? ¿Autoritaria, liberal, fría, cálida?

¿Cómo es tu iglesia? Sin duda multicultural, estoy segura de ello. La iglesia crece, pero también hay gente que se va. ¿A caso vivimos una crisis de identidad en nuestras iglesias? También son un reflejo de la sociedad, un reflejo de nuestras familias. Es muy triste escuchar a muchos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes decir que los mayores nos perdemos en formalismos, algo hay que cambiar.

Precisamente, la Escuela Sabática del sábado se presentó a través de un enfoque totalmente diferente al que estamos «acostumbrados» a escuchar.

Diálogo a partir de preguntas

Se trata del Método LIBI o Laboratorio de Investigación Bíblica Intergeneracional en el que tanto jóvenes como adultos, hasta niños, todos juntos pensamos y reflexionamos detenidamente sobre unos de los versículos elegidos de este capítulo y es que, a menudo, en nuestras escuelas sabáticas se escuchan afirmaciones brillantes pero abstractas, correctas y sin dejar cabida a más opiniones.

Uno de los objetivos que persigue este método es el diálogo a partir de preguntas y no de respuestas para aprender a tratar con puntos de vista diferentes ¿Cómo podemos encontrar algo en común con ideas que viajan desde Brasil, Ecuador, pasando por República Dominicana, Ucrania, España… e infinidad de diferentes culturas con las que convivimos en nuestras iglesias? En muchas ocasiones las ideas se encuentran y no se dialogan, se discuten e incluso se impone, pero, ¿cómo llegar a un punto de encuentro? ¿Cómo podemos vivir una religión donde todos y todas tengamos espacio? Jesús es la respuesta. Es el común denominador de todas nuestras formas. No perdamos el objetivo de nuestra misión. Jesús es el centro que nos debe de unir.

Agradecimientos

No quiero terminar sin agradecer el esfuerzo y dedicación de Maijo Roth y Joan Llorca que nos acompañaron durante estos dos días. Nos habéis tocado el corazón con vuestras reflexiones y vuestra forma de mirar la Iglesia. Os remito a la página https://areasmiaf.adventista.es donde encontraréis cantidad de recursos interesantes para vuestros ministerios dentro de la familia y la iglesia. Aquí hay mucho trabajo detrás.

Gracias a los profesores María José y Joan Duc que habéis estado con los más jóvenes con un tema tan interesante como «La Creación frente a la Evolución».

Ha sido un tiempo personal y familiar en el que hemos disfrutado de la naturaleza y de la compañía de hermanos y hermanas con las que compartimos una misma fe e identidad, creciendo juntos para fortalecer los lazos que nos unen a nuestro Jesús.

Gracias de corazón a Milly Sánchez, necesitamos muchas «Millys» en nuestras iglesias, porque sin ti, no sé si habría sido posible este encuentro.

El próximo año, te invito a que apartes esta fecha para encontrarte de nuevo con nosotros y vivas en primera persona esta experiencia, no esperes a que te lo contemos otros.

Autora: Raquel Cardo, de la iglesia adventista de Jaén

 

Revista Adventista de España