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Hay millones de personas, principalmente jóvenes, entregándose por altruismo a buenas causas, sin pedir nada a cambio, solamente por amor al prójimo o a la sociedad. El voluntariado está muy relacionado con la caridad y la solidaridad.

Muchos voluntarios están integrados en las ONG’s (Organizaciones no Gubernamentales) que canalizan y acrecientan sus esfuerzos y energías, cubriendo todo el espectro de necesidades de la sociedad: desde caridades con el prójimo, (ancianos, niños, enfermos, desposeídos, maltratados), tutorías para estudiantes, ayuda a los políticos, a la sociedad civil, a las iglesias, a los ecologistas, etcétera, que es ayudar a la sociedad a corto y largo plazo, utilizando todos los medios, clásicos y modernos: el voluntariado epistolar, enviando cartas a personas que están lejos o que no pueden recibir visitas; llamando por teléfono a los enfermos, que no tienen mucha comunicación con otras personas o incluso, llamando a amigos para mostrarles, la amistad y el deseo de compartir un rato de conversación con ellos.

  • Características: Se puede ser voluntario con la palabra, con los hechos, con el ejemplo y con el conocimiento. Para que sean más efectivos, los esfuerzos realizados por los voluntarios, sus actividades deberían estar hechas, de acuerdo con sus capacidades, con lo que les gusta hacer, con lo que saben hacer y con lo que pueden hacer, para así, poder producir mejores beneficios y sinergias. Solamente en casos de emergencia o de extrema necesidad, estos factores deben quedar desplazados, por la mayor prontitud y eficacia posible. Se debe tener mucho cuidado, en no intentar ser voluntario, en temas en los que, por falta de conocimientos o formación, se puedan inducir a errores a las personas o a originarles daños, aunque fueran involuntarios. Suele darse esta situación, cuando personas con una formación muy limitada, en temas religiosos, de salud o políticos, se proponen enseñar a otros, creyendo que hacen un favor a los que reciben las enseñanzas. El voluntario tiene que tener una dosis muy grande de perseverancia, caridad, entrega, heroísmo, amor al prójimo, dominio de la voluntad, etcétera. El voluntario debe ser constante, apasionado y ambicioso, en lo que se hace y en lo que se quiere conseguir, pero en el más estricto sentido, de las virtudes y valores humanos, sin endiosarse en lo que hace, ni esperar aplausos. No le debe importar ni la soledad en lo que hace, ni la falta de resultados inmediatos, es un tema de saber tener paciencia, para esperar a que los resultados vayan cambiando, en función del aumento de esfuerzo realizado. Si otros no lo hacen, lo igual forma se debe seguir adelante. Es muy fácil empezar los proyectos, que no tienen planes ni programación, lo difícil es terminarlos, aunque no sea nada más que uno, pero bueno.
  • Objetivos: Definir bien las necesidades a cubrir por los voluntarios y desarrollar un buen programa, junto al procedimiento de control de su buen funcionamiento y eficacia. Intentar formar un grupo de voluntarios, dirigirlos y formarlos bien, para solucionar las necesidades y cumplir los objetivos propuestos, se debe intentar que este grupo, se vaya multiplicando en las mismas o diferentes actividades, de forma que sea repetible en sus funciones, cantidades y calidades y que pueda seguir creciendo. Una buena idea de voluntariado, bien explicada y documentada, puede crear otras ideas mejores y más realizables, por lo tanto, el voluntario siempre tiene que estar dispuesto a escuchar comentarios positivos y negativos, sobre su trabajo. De ahí saldrán nuevas formas de hacer las cosas.
  • Gratuito: El voluntariado, si fuera posible, no se debe ofrecer gratuitamente. Antes de empezar, se debe pedir a los beneficiados, que expliquen la forma en la que van a devolver a la sociedad, lo que la sociedad va a hacer por ellos. Esto da más valor a lo que reciben, y puede multiplicar los beneficios de los voluntarios. Además sirve para evitar, cualquier atisbo de donativo y que los beneficiarios se sientan humillados. A los beneficiarios, se les debe presentar un listado de formas de devolución, para que elijan, las que más se acomoden a sus posibilidades. Pero todo el mundo puede hacer una actividad, en beneficio de otros menos afortunados.
  • En el hogar: El voluntariado se empieza a aprender desde la niñez, en el hogar, aunque sea en cosas pequeñas. Los padres, con su propio ejemplo, deben enseñar a los hijos, a que se ofrezcan voluntariamente a hacer los pequeños trabajos de la casa, desde ayudar a los padres, en las actividades normales de la familia, hasta ayudar a los más pequeños, a resolver los problemas que ellos no sepan. Después de haber aprendido a ser voluntarios en la casa, podrán extender su voluntariado, a la escuela, iglesia o asociaciones cívicas.
  • Religión: Las organizaciones religiosas de sacerdotes, frailes, pastores, rabinos, etcétera hacen voluntariado, a través de las caridades, enseñanzas, asistencias y otros servicios a los demás, por amor a Dios y al prójimo, sin pedir nada a cambio. Otro sinnúmero de instituciones civiles, como la Cruz Roja, lo hacen también con los mismos fines altruistas. Lo que hay que hacer, hay que hacerlo, y cuanto antes mejor, creciéndose ante los obstáculos. Lo primero que debe hacerse, es ser voluntario en las cosas personales con Dios, después todo lo del prójimo se dará por añadidura. El voluntariado está basado, en “amar al prójimo como a uno mismo” y repartir con los demás los talentos que Dios nos ha dado.
  • Pretextos: No faltan los pretextos propios o ajenos, para disuadir la buena obra de hacer de voluntario. Desde que no sirve para nada, de que las personas, ni la sociedad lo agradecen, que es mucho el sacrificio y pocos los resultados, que es muy alto el riesgo de equivocarse o meterse en problemas, que siempre hay otra actividad mejor para hacer de voluntario, que no tengo capacidades para hacer nada, etcétera. Pero la verdad es que no dejan de ser pretextos, pues todo el mundo puedo hacer algo por lo demás, lo importante es querer hacerlo y hacerlo con ganas. Si al principio el voluntariado no ofrece ni los resultados, ni las satisfacciones previstas, es cuestión de ir corrigiendo lo que se va haciendo y preguntando y estudiando lo que se debe hacer. Los resultados positivos y fehacientes llegarán enseguida.
  • Con quiénes ser voluntario: Además de poder hacer voluntariado individualmente en las actividades que mejor se acoplen a las características y posibilidad de cada persona, en todas las ciudades hay infinidad de organizaciones de voluntarios, que aúnan los esfuerzos de cada persona, los forman, los entrenan, los agrupan y los canalizan, hacia los sitios más necesitados y que mejor se acoplen, a las características de cada persona, además de dirigirlos, a cubrir los principales problemas de la sociedad. La unión hace la fuerza y en este caso particular de los voluntarios: cuanto más unidos estén, los resultados son mucho mejores.
  • Inconvenientes: Es muy difícil ser voluntario, porque hay que aguantar las ínsulas de otras personas, que no tienen ni el tacto, ni los conocimientos, para manejar a otros voluntarios. En las organizaciones donde se puede hacer voluntariado, además de las personas llenas de amor por los demás, hay un sinnúmero de personas, que lo hacen como refugio a sus frustraciones o escapismos de las obligaciones familiares, profesionales o sociales. Se sienten como generales de un ejército, donde ellos mandan y los demás obedecen. Si el nuevo o antiguo voluntario, no entra en la agenda que tiene el equipo dominador, le hacen la vida imposible, como a los legos que les hacían barrer las escaleras, de abajo hacia arriba, para probar su obediencia y su acatamiento ante cualquier orden.
  • Satisfacciones: Los voluntarios muy pocas veces reciben satisfacciones, y la mayoría de las veces, son frustración tras frustración, las que se llevan en su quehacer diario. Pero esto sirve muy bien, para practicar y fomentar la virtud humana, de la fortaleza y de la caridad. Ambas virtudes, no tienen premios visibles, pero producen la satisfacción del deber cumplido.
  • Lo bueno se pega: Los voluntarios se enriquecen intelectual, social y personalmente, en función de su actitud positiva con lo que están haciendo y con las personas o asociaciones, a las que se han unido para hacer el bien a la comunidad. Deben intentar rodearse de personas, que tengan los mismos sentimientos y objetivos de mejora personal, de entrega a los demás y ganas de hacer las cosas. Durante el ejercicio del voluntariado, seguramente se complementarán los dones, que a unos les faltan y a otros les sobran. Los voluntarios deben tener muy claro, cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, lo que le suma y lo que le resta.
  • Lo malo se pega: Los voluntarios tiene que tener mucho cuidado con no contagiarse con el ambiente en el que desarrollan sus actividades. Tienen que evitar, que el continuo contacto con lo malo, tarde o temprano, intente contagiarles o hundirles, junto a ellos. Deben practicar la virtud humana de la entereza, pues si claudican con mojigaterías, éstas le restarán fuerzas para enfrentarse a los continuos problemas que se le presentarán. Los estados emocionales de los seres humanos, sobre todo, los de los que no quieren corregirlos, son tan infecciosos como la viruela, la tuberculosis o el tifus. Se debe tener en cuenta esta entereza, para ayudar incondicionalmente a las personas que están en malas situaciones, por causas ajenas a su voluntad o provenientes de accidentes incontrolables, aunque para evitar contaminarse, todos deben asumir previamente, que tienen un problema y muchas ganas de resolverlo. Sin asumir esa condición, es mejor no acercarse.
  • Los pesimistas: Los voluntarios deben que tener mucho cuidado de no contagiarse con sus desgracias, pues seguramente les impedirán cumplir los objetivos propuestos de ayudar a los que verdaderamente lo necesitan. Hay gente fracasada, víctimas profesionales, eternos quejicas, perdedores irredentos socialmente que quieren que todo el mundo les tenga pena y les dediquen su tiempo, sus energías y recursos, para consolarles, pero ellos seguirán haciendo lo que quieren y cuando quieren, sin tener ningún propósito de enmienda. Suelen ser personas, que llevan una mala vida y comportamientos autodestructivos. Hay personas que siempre se presentan como víctimas y echan la culpa al infortunio, a todo menos a ellos, además de que tienen, una cierta fatal atracción para las desgracias y repelen las buenas soluciones.
  • Voluntariado y el ocio pueden ser compatibles y complementarios, ya que muchas personas comprometidas socialmente, los denominados “voluntarios sin fronteras” dedican su tiempo libre, incluso largos periodos sabáticos, en su profesión de médicos, maestros, periodistas, constructores, etcétera a participar en programas solidarios, con el desarrollo social y el medio ambiente, que también les sirve para que, viviendo en otro entorno, poder reorientar su carrera profesional y disfrutar de una nueva experiencia, que incluso pueda ayudarles en el futuro.
Revista Adventista de España