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El Departamento de Ministerio personal desea que disfrutes de este último tema de los 10 días de oración. Ojalá permitas que el Espíritu Santo siga cambiando tu vida. Estos días de oración culminarán mañana, sábado 19 de enero, con una jornada especial. Esperamos que estos 10 días de oración te hayan llevado a una experiencia más profunda con Dios. 

«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Fil. 3: 13-14).

 Historia para reflexionar

Mi hermano mayor y yo fuimos abandonados por nuestro padre biológico. Como dejó a nuestra madre cuando éramos muy pequeños, nunca lo conocimos. Todo lo que sabíamos de él es que era marinero, alto y guapo, con el pelo intensamente rojo y pecas, y que hablaba con acento sureño. Todos los intentos por localizarle fracasaron, así que nos rendimos. Crecí preguntándome por qué no nos quería, lo cual dejó una cicatriz en mi joven corazón.

Yo era patosa, a menudo me tropezaba con «nada» en el patio del recreo. Se burlaban de mí en la escuela..

La inseguridad y la baja autoestima me acompañaron durante la adolescencia y la edad adulta. Los hechos de la temprana infancia pueden influir en quiénes llegamos a ser, pero no tenemos por qué quedarnos así. Yo tenía todo el derecho a estar resentida y enfadada; a fin de cuentas, me había rechazado mi padre, no tenía amigos, y la gente se aprovechaba fácilmente de mí porque anhelaba ser aceptada. Cuanto más meditaba en ello, más real me resultaba. Recogí un ramo de espinas. Pero aferrarse a la experiencia pasada, por amarga que haya sido, se vuelve una carga excesiva y puede finalmente afectar a nuestra salud. Llegamos a ser esclavos de nuestros sentimientos.

Meditando en los libros de EGW comprendí que podemos lamentarnos porque las rosas tienen espinas, o alegrarnos por que las espinas tienen rosas. Finalmente escogí lo segundo, elegí disfrutar de las rosas y olvidarme de las espinas.

¡Cuando Cristo entró en mi vida, descubrí quién era yo en Él! Antaño había sido una niñita flaca que creía que no servía para nada; pero me convertí en una princesa hija del Rey de reyes. Ya no era huérfana, pues Él llegó a ser mi Padre ¡Ya no me siento rechazada y sin amigos, pues mi Padre en los cielos me llama su amiga! Ahora sé que tengo un valor incalculable porque el propio Jesús dio su vida por mí. ¡Soy inmensamente feliz por saberme tan amada!

Acciones

  • Alabanza
  • Confesión y reclamo de la victoria sobre el pecado
  • Súplica e intercesión
    • Oraré por los cinco nombres de mi lista. Por favor, Señor, muestra a cada persona cuánto la amas, y cuanto la ama Jesús.
  • Acción de gracias

Entra en: https://adventista.es/oracion/

Descárgate el PDF del vídeo 10 en: https://bit.ly/2SEfGZW

Gabriel Díaz. Departamento de Evangelismo, Escuela Sabática y Ministerio Personal de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.

 

Revista Adventista de España