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Señor, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas. Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.  ¡Mi alma es como un niño recién amamantado! Israel, pon tu esperanza en el Señor desde ahora y para siempre. (Salmos 131 (NVI)).

“No tengo suficiente leche para alimentar a mi bebé” ¿Quién no ha oído alguna vez ésta frase? Alguna amiga, familiar o desconocido probablemente la haya dicho, y quizá no le hayamos prestado toda la atención. Pero esta afirmación, aún hoy, con todo lo que se sabe al respecto, continúa haciendo mella en muchas madres y en muchos padres.

El miedo a no tener leche

El no tener suficiente leche es un miedo que afecta a todos los padres en algún momento de la lactancia. Sobre todo en las primeras semanas. Y es que nos han enseñado a medir todo. Medimos kilómetros, tallas de ropa, lugares, direcciones, pesos, alturas, éxitos, fracasos, lo que comemos….y claro, resulta que no se puede medir lo que toma un bebé del pecho de su madre. Entonces, ¿resultará que es una prueba de fe esto de dar el pecho?

Éstas dudas y temores muchas veces vienen producidos por un desconocimiento de la fisiología de la lactancia, y están agravados por un entorno que desconoce pero opina. A la famosa frase “de fútbol y de política sabemos todos”, podríamos añadirle: “de fútbol, política y lactancia sabemos, y opinamos, todos”. Cuanto daño hacemos, cuanto…

Es cierto que en ocasiones hay una hipogalactia, o escasa producción de leche, real. Esto se debe a una serie de enfermedades o condiciones. Pero ¡justifica menos del 1% de casos! A pesar de ello, continuamos etiquetando muchas lactancias con ésta frase, y generando una predisposición al fracaso. En la mayoría de ocasiones, lo que impide una correcta  instauración de la lactancia, son pautas mal establecidas pero corregibles.

¿Hipogalactia?

Cuando pensamos que el bebé puede no estar quedándose saciado, hay que valorar muchos aspectos antes que plantear que sea por una baja producción de leche.

En primer lugar, es muy importante valorar si la lactancia está siendo a demanda, es decir, si el bebé mama siempre que lo pide, da igual el tiempo que haya pasado desde la última toma. El ritmo debe ser establecido siempre por el bebé, ya que sólo de esta manera el pecho producirá la cantidad de leche necesaria. Los bebés regulan la producción en función de lo que necesitan siempre y cuando puedan mamar sin restricciones. Lejos debe quedar la idea de que deben mamar cada tres horas. Esta pauta no se ajusta a la fisiología de la lactancia y pone en bandeja que la madre llegue a sentir y pensar: “no tengo suficiente leche para alimentar a mi bebé”.

El pecho se rige por la famosa ley de la oferta y la demanda, al igual que nuestra sociedad. A más succión, más producción. Cuanto más leche necesita el bebé, más rato requiere pasar en el pecho de la madre. Y así, desde el nacimiento se inicia este sistema de retroalimentación con la madre.

El bebé debe mamar a demanda

Además, hay que tener en cuenta la composición de la leche, ya que esta no es homogénea durante la toma. Inicialmente es más rica en proteínas y agua y hacia el final es más rica en grasas.

Al principio se toman el zumo refrescante y luego se lanzan a por el plato de comida. Por esta razón, si sólo les dejamos que mamen 10 minutos de cada pecho, como se recomendaba antiguamente, es muy posible que el bebé no pase del zumo refrescante, con el que no ganará tanto peso ni se saciará tan fácilmente. El bebé estará más inquieto y pedirá de forma incontrolada, con lo que parecerá que la madre no produce lo suficiente, cuando en realidad, lo que necesita el bebé es mamar durante más tiempo para llegar a tomar la porción de leche más rica en calorías.

Hoy en día la idea de que mamen máximo diez minutos de cada pecho esté desterrada. En la actualidad se sabe que el bebé debe mamar hasta soltarse del pecho, justamente por el funcionamiento de su sistema de autorregulación.

Factor inhibidor de la lactancia

En la leche materna hay un factor inhibidor de la lactancia (FIL) que interviene en esta regulación, de forma que si el bebé mama hasta vaciar el pecho consume el FIL y el pecho se vuelve a llenar. Pero en cambio, si no se vacía el pecho completamente, queda parte de FIL y no vuelve a llenarse de la misma forma. Por ello, es importantísimo el vaciado correcto y hasta el final por parte del bebé, para evitar que la producción vaya menguando.

Tras unas semanas de lactancia, estos mecanismos se perfeccionan tanto que la oferta y la demanda están totalmente equilibradas. Esta es la razón por la que la sensación de tener el pecho blando no tiene ningún valor para valorar la producción de leche.

La extracción mediante sacaleches tampoco permite cuantificar la producción real, puesto que la succión del bebé es más eficaz que la de una máquina. Una madre puede estar generando la cantidad de leche que su hijo necesita, y sin embargo no conseguir extraerse apenas nada.

La importancia del agarre correcto al pecho

Y diréis: pero entonces, si el bebé regula el tiempo que mama, cada cuánto mama y la cantidad que mama, ¿debo vigilar algo yo como madre/padre? La respuesta es SÍ. Debes vigilar que la posición de agarre al pecho sea la correcta, para que todos estos mecanismos que hemos comentado se puedan poner en marcha. Cuando el bebé está bien agarrado, puede mamar hasta estar satisfecho. Si el bebé succiona bien, el pecho se vacía y la producción se regula. Por eso es importante que planifiques tu lactancia con anterioridad al parto y te informes de los recursos a los que puedes acceder en tu zona. Puedes acudir a numerosos profesionales expertos en lactancia para que te ayuden a encontrar la postura idónea y valoren el agarre del bebé.

Ofrecer el pecho siempre que llore

A veces, el bebé puede estar incómodo tras la toma y eso nos puede hacer pensar que nuestro hijo se ha quedado con hambre y “que el pecho no le es suficiente”. En consecuencia, nos decimos que necesita una ayudita. Entonces suele emplearse el suplemento del biberón, y entramos en un círculo vicioso sin saber si la causa del llanto era el hambre. Debemos tener en cuenta que los bebés lloran por muchas causas: quizá le molesta el estómago, tiene un gas, tiene sueño o quiere seguir en brazos de su madre. Puede no tener nada que ver con el hambre o la falta de leche. Llorar es la única manera que tienen para comunicarse con el exterior. Una buena opción es ofrecerles el pecho siempre que estén inquietos o lloren, ya que este es fuente de alimentación, tranquilidad y seguridad para ellos. Si aún así no se queda tranquilo, entonces podemos pensar en otras opciones.

La lactancia es un ejercicio de fe para los padres/madres. No todo es medible, no todo es controlable; pero conocer el funcionamiento de la fisiología básica de la lactancia nos ayudará a entender muchos de los fenómenos que pueden llegar a suceder. Así que la fe tiene que ir ligada al conocimiento. Es la única manera de desterrar definitivamente la falsa idea de que: “no tengo suficiente leche para alimentar a mi bebé”

¡Lactadeseos!

Autor: Yoshúa Mulero Salvador -Matrona- Equipo LactaSfera

 

LactaSfera es un proyecto altruista y sin ánimo de lucro compuesto por profesionales de la salud que nace, con el objetivo de promover, proteger y apoyar la lactancia materna acompañándola y normalizándola. Estamos en www.lactasfera.wordpress.com y redes sociales. No olvidéis que: ¡En el universo lactante cabemos todos!

 

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