La frase es bíblica y se refiere al amor, pero usada fuera de contexto puede terminar reforzando un trastorno emocional: La codependencia.
Está en la Biblia: Primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, capítulo trece y versículo siete. Sin embargo, cuando leemos esa frase, popularizada en poemas y canciones, no podemos confundir amor saludable con dependencia de vínculo afectivo.
Algunos dicen que un poco de celos no hace daño. Es el tipo de gente que desearía que su par romántico cometiera alguna locura en nombre del amor. Pero, cuando surgen sentimientos o actitudes como celos, locura y posesión, suelen ser destructivos. Llegan camuflados de cuidado y amor incondicionales, pero, poco a poco, se revelan como extremadamente dañinos.
Dependencia enfermiza
La dependencia de vínculo, o codependencia, es un trastorno emocional caracterizado por la falta de habilidad para mantener relaciones saludables, lo que genera mucha insatisfacción y malestar. Quien la sufre cree que su propia felicidad depende exclusivamente del otro, y por eso muchas veces actúa sin reflexión y buen sentido. El codependiente, a su vez, cree ser el responsable de la alegría o la tristeza del dependiente.
Para que quede muy claro, podemos definir la dependencia y la codependencia como un proceso de doble mano: el dependiente desarrolla una vinculación incontrolable por su objeto de deseo, y el codependiente establece una relación de sujeción al dependiente. Uno refuerza el comportamiento inadecuado del otro, lo que crea una relación enfermiza.
La necesidad desenfrenada de estar con el otro como única forma de ser feliz resulta en relaciones no saludables, marcadas por la culpa y el sufrimiento. La pareja se convierte en el centro de la vida del adicto, y todos los ámbitos de la existencia se ven afectados por causa de esto.
Estar con el otro y hacerlo feliz se vuelve una necesidad, y no un placer. En este contexto, el codependiente permite abusos, pues tiene miedo de perder a su pareja. El sentido de la posesión, los celos malsanos y el deseo de exclusividad también son características frecuentes en la dependencia de vínculo. Por eso, si la relación no trae alegría, sino constante sufrimiento y tristeza, es necesario prestar atención.
La percepción distorsionada puede llegar a tal punto que el dependiente no logra imaginar su vida sin su objeto de deseo. Este tipo de idolatría por el otro puede terminar llevando a una tragedia. Me detengo y pienso ¿Cuántas muchachas estarán siendo ilusionadas por muchachos seductores y peligrosos? Y ¿cuántos muchachos están entrando en verdaderas prisiones emocionales? Vale recordar que los crímenes pasionales no solo forman parte de la trama de películas, novelas y series, sino también de estadísticas de la vida real.
Creo que hasta aquí quedó claro cuán distinto es el amor verdadero de la dependencia de vínculo. El sacrificio propio del amor genera crecimiento, satisfacción, respeto y confidencialidad. No sofoca, no provoca escándalos y no roba la alegría de vivir. Es sereno y refrigera el alma.
Evalúa tu relación
Las relaciones tumultuosas evidencian falta de madurez de uno de los dos o de la pareja. Esa inmadurez hace que la persona se posicione en el centro absoluto de la relación o ubique al otro en ese lugar, que no pertenece a ninguno de los dos. Sobrevalorizarse o idolatrar al compañero son manifestaciones de infantilidad.
Por eso, quiero ayudarte a identificar si estás en una relación destructiva y orientarte a salir de ella. Presta atención a las siguientes señales: chantaje emocional, desprecio por tus sentimientos, peleas para impedir que coincidas con otras personas, manifestación exagerada/descontrolada de las emociones, comportamiento que alterna entre la postura de víctima y de dominador, amenazas cuando se habla del fin de la relación, y violencia física y/o verbal.
Las relaciones que son así generan malestar y dudas en quien está siendo emocionalmente abusado. Y terminan llevando al codependiente a no tener más deseos de expresar sus sentimientos a su pareja y, a veces, a aislarse de la convivencia con familiares y amigos. En esas relaciones abusivas, es común oír la frase “Tú eres mío (o mía)”.
En el libro Codependencia, nunca más (best seller, 2013), la periodista y escritora estadounidense Melody Beattie presenta algunas características del codependiente. Ella fue conocida por compartir su historia de superación de un matrimonio con problemas. Vamos a los «síntomas»:
- Considerarse responsable por los sentimientos, los pensamientos, las elecciones y hasta por el destino del otro.
- Sentir ansiedad, lástima y culpa cuando la otra persona tiene un problema.
- Estar obligado, casi forzado, a ayudar a esa persona, incluso cuando no se le pide.
- Enfadarse cuando su ayuda no es eficiente.
- Culpar a otras personas por la forma negativa en que se ve y se siente.
Romper con el peligro
Nota que es posible que haya codependencia en otras relaciones que no sean una relación amorosa entre un hombre y una mujer. Por lo tanto, sea cual fuere el tipo de relación, si percibes que los prejuicios y el desgaste son grandes, es necesario pensar en concluir esa relación. No siempre es fácil poner un punto final, pero es posible. Considera cómo proceder:
Termina definitivamente. Postergar o alejarse poco a poco no funciona
Mantén distancia. El contacto posibilita los chantajes y los intentos de restablecer la relación.
Pide ayuda. Los amigos, e incluso la policía, pueden ayudar en casos de amenaza.
No te culpes. No eres la única persona responsable por la felicidad del otro.
Busca a un especialista. En caso de que sientas la necesidad, consulta a un psicólogo o a un terapeuta familiar.
Para que veas que no estás solo/a, existen grupos de apoyo mutuo que ofrecen un programa de recuperación de la codependencia, similares a Alcohólicos Anónimos. Esos ambientes físicos o virtuales son espacios para compartir experiencias y buscar, identificar y organizar los propios sentimientos. Uno de esos servicios gratuitos es codahispana.org, pero hay otros. Vale la pena resaltar que la asistencia a estos grupos no sustituye la atención psicológica cuando es necesario; y que, a pesar de que el método de estos servicios contempla la espiritualidad, esto no implica la conversión a determinada tradición religiosa.
Termino recordando que las relaciones existen para proporcionar bienestar, crecimiento mutuo y protección. Si la tuya no sigue estos principios, es necesario evaluar y repensar su continuidad, para evitar daños mayores. ¡Deseo que seas feliz!
Autora: Rosana Alves tiene un posdoctorado en Neurociencias de la Escola Paulista de Medicina (Brasil) y de la Universidad Marshall (Estados Unidos). Es presidenta del Neurogénesis Institute, con sede en Florida, Estados Unidos.
La versión original de esta noticia fue publicada por la Revista Basta de Silencio, edición 2021.
Publicación original: Todo lo sufre, todo lo soporta