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El 25 de junio celebramos las bodas de oro de Andrés P.y Mari R., en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Málaga.

Ellos se conocieron en el grupo de jóvenes adventistas de la primera iglesia adventista en Málaga, hace ya muchos años. La iglesia de ese tiempo se «estrenó» con su boda. Unidos, han formado una gran familia junto con sus hijos: Eli, David, Eva y Raquel, además de sus yernos y nietos.

Durante la ceremonia en la iglesia de sus bodas de oro, Mari Carmen M., quien conoce a la pareja desde jóvenes, les hizo en verso un recorrido de sus vidas. Uno de los versos decía: «Os vi criar a vuestros hijos con trabajo, con desvelo y la mirada puesta siempre al cielo…».

Eli, la primogénita, junto a su hija Laura, les dedicaron un lindo mensaje hecho canción. Destacamos la frase: «Vuestro amor es la realidad del plan de Dios».

El pastor Jarib Sánchez nos recordó las palabras de Josué 24: 15 «… pero yo y mi casa serviremos a Jehová», concluyendo con una oración de bendición.

Muchos hermanos hemos tenido el privilegio de compartir con Mari y Andrés estos años de amor. Que el Señor siga bendiciendo a Andrés y Mari, y que siga manteniendo firme a nuestra amada iglesia, y podamos continuar unidos hasta llegar a la Nueva Jerusalén.

La familia es el medio de Dios para bendecir y elevar a la humanidad

«El que creó a Eva para que fuese compañera de Adán realizó su primer milagro en una boda. En la sala donde los amigos y parientes se regocijaban, Cristo principió su ministerio público. Con su presencia sancionó el matrimonio, reconociéndolo como institución que él mismo había fundado. Había dispuesto que hombres y mujeres se unieran en el santo lazo del matrimonio, para formar familias cuyos miembros, coronados de honor, fueran reconocidos como miembros de la familia celestial.

Jesús quiere matrimonios felices—El amor divino que emana de Cristo no destruye el amor humano, sino que lo incluye. Lo refina y purifica; lo eleva y lo ennoblece. El amor humano no puede llevar su precioso fruto antes de estar unido con la naturaleza divina y dirigido en su crecimiento hacia el cielo. Jesús quiere ver matrimonios y hogares felices.

Como todos los otros buenos dones confiados por Dios a la custodia de la humanidad, el casamiento fue pervertido por el pecado; pero es propósito del Evangelio devolverle su pureza y belleza.

La gracia de Cristo es lo único que puede hacer de esta institución lo que Dios quiso que fuera: un medio de bendecir y elevar a la humanidad. Así pueden las familias de la tierra, en su unidad, paz y amor, representar la familia del cielo». (Elena de White, El hogar cristiano)

Autor: Jarib Sánchez, pastor en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Málaga.

Revista Adventista de España