Que el consumo de carne favorece el cáncer era algo bien conocido. Desde que la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer publicó su contundente informe el 26 de octubre de 2015, calificando a la carne procesada como ciertamente cancerígena, otros estudios han confirmado la relación carne-cáncer.
Sin embargo, todos las investigaciones publicadas hasta ahora mencionaban el consumo abundante de carne como causa de cáncer. Quedaba la duda de si pequeñas cantidades de carne podrían ser consumidas sin riesgo. Pero un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda (California, Estados Unidos), en el que participa el Dr Gary E. Fraser (profesor de Medicina y de Epidemiología en esa Universidad), y el Dr Joan Sabaté (profesor de Nutrición) acaba de publicar un nuevo estudio que amplía el efecto cancerígeno de la carne, también en pequeñas cantidades.
El estudio en cuestión lleva por título “Red and Processed Meat and Mortality in a Low Meat Intake Population”[1] (Carne roja y procesada y mortalidad en una población con bajo consumo de carne), y ha sido publicado en la revista Nutrients el 14 de marzo de 2019. Esta investigación forma parte del Adventist Health Study-2, un amplio estudio epidemiológico en el que se están relacionando la alimentación de 96.000 adventistas del séptimo día de California con sus causas de muerte. Incluso la comunidad adventista ha sido noticia en el medio digital español ABC en referencia a este estudio.
Al comparar a los adventistas que no consumen carne roja o procesada con los que ingieren pequeñas cantidades (menos de 2 onzas al día, es decir, menos de 54 g), se ha visto que esas pequeñas cantidades se asocian con un aumento significativo en las tasas de mortalidad por todas las causas, y especialmente por enfermedades cardiovasculares y por cáncer.
Carne roja se define en este estudio como hamburguesa, carne picada, o carne de vacuno o de cordero en filete, asada o cocida. Carne procesada se define como salchichas, sobrasadas o embutidos de vacuno, de cordero, de pollo, de pavo o de cerdo.
Varias conclusiones pueden ser obtenidas de este reciente estudio:
- Que no hace falta consumir grandes cantidades de carne para aumentar el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un cáncer de colon, por ejemplo.
- Que el consumo de carnes llamadas limpias, como las de vacuno o de cordero, aumentan la mortalidad tanto como el de carne de cerdo. La diferencia entre carnes limpias e inmundas es cada vez menor.
- Que las carnes procesadas (embutidos y charcutería) resultan especialmente nocivas.
“El cáncer, los tumores y todas las enfermedades inflamatorias son producidos mayormente por el consumo de carne.” –Ellen G. White. Consejos sobre el régimen alimenticio, capítulo “Las carnes”, párrafo 674
“Aunque sea poca”, la carne roja y la procesada aumentan la mortalidad. Ciertamente los adventistas no nos equivocamos cuando desde 1863 venimos recomendando una dieta sin carne.
[1] Alshahrani SM, Fraser GE, Sabaté J, Knutsen R, Shavlik D, Mashchak A, Lloren JI, Orlich MJ. Red and Processed Meat and Mortality in a Low Meat Intake Population. Nutrients. 2019 Mar 14;11(3). PubMed PMID: 30875776.
Autor: Jorge D. Pamplona Roger, Doctor en Medicina y Cirugía, Departamento de Salud de la UAE