El Salmo 119 es una guía práctica para vivir mejor, porque nos insta a confiar en nuestro todopoderoso Dios.
Mientras el buque RMS Slavonia se hundía cerca de las islas de las Azores (Portugal) aquel 10 de junio de 1909, por primera vez se emitía desde un navío la señal S.O.S. como pedido de auxilio. Esta es la manera de pedir socorro más utilizada internacionalmente, y tiene sus orígenes el 3 de noviembre de 1906 en la Convención Radiotelegráfica Internacional celebrada en Berlín. Allí se decidió implantar estas siglas.
Ahora bien, ¿qué significado tienen esas tres letras? Son un acróstico en inglés que se puede interpretar como: Save Our Souls, (Salven nuestras almas), Save Our Ship, (Salven nuestro barco) o Send Our Succour, (Envíen socorro). Pero, en realidad, se eligieron por la facilidad para ser emitidas en Código Morse: son una sucesión de tres pulsos cortos, tres largos y otros tres cortos.
Más allá de todo esto, S.O.S. es uno de los acrósticos más conocidos por su familiaridad, su misión y su sentido de urgencia. Y ¿qué es un acróstico? Una palabra u oración en la que sus letras iniciales tienen un significado puntual y forman otro vocablo o frase.
Salmo 119, un gran acróstico
En la Biblia hay un salmo que es un gran acróstico. Se trata, quizá, de la trama poética más exquisita de la Escritura. Hablamos del Salmo 119, que, con sus 176 versículos, es el capítulo más largo de toda la Biblia. Tiene 22 secciones (de 8 versículos cada una), que corresponden a cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo.
La belleza literaria también radica en que, en hebreo, todos los versículos de cada una de las secciones empiezan con esa letra de la sección. La temática del salmo es distintiva. Que el capítulo más largo de la Biblia se refiera íntegramente a la Ley de Dios es por demás significativo. No se trata de lanzar dardos en contra de la fe ni de alfombrarle el camino al legalismo. Nada de eso. Los 176 sublimes versos de este bello poema cantado nos muestran la importancia y los beneficios de obedecer la Ley de Dios. El versículo 1 marca el rumbo que seguirán los otros 175: «Bienaventurados, los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová».
El versículo 1 marca el rumbo del resto
Al decir `bienaventurados´, David indica que la verdadera felicidad no está en los placeres de esta vida (que él mismo había experimentado), sino en seguir el plan de Dios.
Al decir `perfectos´, se entiende que la persona está completa y sin culpa en Cristo, no que viva sin pecar ni equivocarse. La misma palabra hebrea se emplea para la experiencia de Noé, cuando Moisés escribe que era «varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé». (Gén. 6: 9).
Al decir `que andan´ –y relacionándolo con la experiencia de Noé–, se entiende que la clave no es un momento puntual y fugaz de elevación espiritual, sino un estilo de vida (real, constante y diario) junto a Jesús.
Y, al decir `mandamientos´, el escrito se refiere a los preceptos divinos, que requieren cuidadosa obediencia y que no pueden ser quebrantados sin sufrir consecuencias.
Otros versos dignos de recordar
Con este inicio aleccionador, el Salmo 119 nos regala una catarata de textos dignos de recordar. Destaco tres:
- El secreto de la victoria: «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti». (vers. 9- 11).
- El secreto de la espera: «Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado». (vers. 49, 50).
- El secreto de la restauración: «He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia. Viva mi alma, y te alabe, y tus juicios me ayuden. Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos». (vers. 174- 176).
Somos ovejas errantes, pero hay un redil seguro. Nuestros S.O.S. desesperados llegan a los oídos de Dios. Su respuesta es el Salmo 119: su Palabra es una guía práctica para nosotros.
Podemos confiar en Dios.
Alabaremos su nombre.
Libres somos del pecado, por su gracia.
Andaremos en sus caminos.
Bienaventurados son quienes guardan su Ley.
Realizarán siempre lo mejor.
Amén.
Autor: Pablo Ale, Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente, es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana.
Foto de Aaron Burden en Unsplash