El sábado 14 de junio de 2025, tuvimos el privilegio de recibir, en nuestra iglesia de Zaragoza-Torrero, a estudiantes, docentes y familias del Colegio Rigel. Fue un encuentro especial, lleno de armonía y espiritualidad, en el cual nuestros visitantes llevaron a cabo un programa significativo durante la hora del culto.
Desde el inicio, la presencia del colegio transmitió entusiasmo y compromiso, lo que se reflejó en cada aspecto del programa preparado con dedicación. A través de alabanzas, reflexiones y presentaciones artísticas, lograron transmitir un mensaje profundo de fe y esperanza. La comunidad se sintió inspirada por sus voces y su entrega, recordándonos la importancia de la unidad y el trabajo conjunto en la obra de Dios.
Uno de los momentos más emotivos ocurrió cuando los estudiantes invitaron a la congregación a posicionarse. Todo aquel que quisiera cantar podía levantarse y unirse en adoración. Fue un instante de conexión y libertad, donde cada voz se sumó para exaltar a Dios con gozo y entrega. La solemnidad del momento dejó una huella imborrable en los corazones de los presentes.
La historia de Cierzo y Marea
Además de las piezas musicales, el programa incluyó un relato entre canto y canto. La historia de Cierzo y Marea cautivó al público con su mensaje de valentía y descubrimiento. Cierzo, un niño apasionado por el canto, despertó en Marea la fascinación por la música, a pesar de vivir en un país donde la Brigada del Silencio prohibía cantar. A medida que la historia avanzaba, la congregación se sumergía en la reflexión sobre la importancia de la libertad en la expresión de nuestra fe, preguntándose si Marea se atrevería a desafiar las reglas para hacer lo que su corazón anhelaba.
Cada diálogo del relato estaba acompañado por cantos interpretados por el coro, lo que enriquecía la atmósfera y daba profundidad a la historia. Las melodías lograban transmitir las emociones de los personajes, sumergiendo a los presentes en un viaje donde la música se convertía en un puente entre la narración y la adoración.
Además de la parte espiritual, el evento fue una oportunidad para fortalecer lazos entre nuestra congregación y la comunidad educativa del Colegio Rigel. Se generó un ambiente de gratitud y amistad, con la esperanza de futuros encuentros que sigan edificando nuestras vidas.
Agradecemos profundamente a los estudiantes, docentes, familias y coordinadores que hicieron posible este hermoso programa. Que Dios siga guiando sus pasos y bendiciendo su labor, para que continúen siendo luz en el camino de quienes los rodean.
Autora: Pili Ortega, corresponsal de revista.adventista.es en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Zaragoza-Torrero.