El sábado 1 de junio del 2024, en el centro del día del señor, dos jóvenes, hijos de la Iglesia Adventista de Lepanto, en Castellón, testimoniaron su relación de amor con Jesucristo. Patricia y Osher han crecido en el seno de nuestra iglesia, y han ido desarrollando diferentes dones. Ambos se han involucrado en muchas actividades y han colaborado, y colaboran, con distintos departamentos. Pero faltaba algo… un testimonio pleno y ese día, por la gracia de Dios, llegó el momento.
Ver a nuestros hijos crecer es una gran alegría y una oportunidad para sentirnos bendecidos por nuestro Dios. Pero el día en que nuestros hijos toman la decisión de bautizarse, y de esta forma entrar en un pacto eterno con Dios, supone una satisfacción que es muy difícil de expresar en palabras.
Un encuentro especial con Dios
El programa especial estuvo lleno de música de alabanzas a Dios, y pudimos disfrutar de la palabra del Señor que nos invitaba: «¡Ven y Ve!» Se alzaron oraciones, nos reímos y emocionado, y escuchamos sus «sí, creo» al realizar sus votos. Pero, sobre todo, nos encontramos con Dios, ¡en un día inolvidable! Nos sentimos muy agradecidos al Señor y a la iglesia, que ha ayudado a crecer a estos jóvenes, y tomamos también el compromiso de seguir estando a su lado para amarles, apoyarles y ayudarnos a crecer mutuamente.
Que el Señor bendiga a Patricia y Osher y pueda obrar que más de nuestros jóvenes hagan su pacto con el Señor.
Conocer a Dios es reconocer que lo necesitamos, porque solamente a través de Él nos encontramos con nosotros mismos. Entre otras cosas que recibimos de Él, el bautismo es uno de los regalos más hermosos que Dios nos ofrece. A todos los que lo hemos vivido: ¡recordémoslo! A todos aquellos que no lo han disfrutado aún: «¡Probad y ved lo bueno que es nuestro Dios!» (Salmo 34:8).
«Cuando los cristianos se someten al solemne rito del bautismo, el Señor registra el voto que hacen de serle fieles. Este voto es su juramento de lealtad. Son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así están unidos con los tres grandes poderes del cielo. Se comprometen a renunciar al mundo para observar las leyes del reino de Dios. Por lo tanto, han de andar en novedad de vida». (El Evangelismo, página 226).
¡Soli Deo Gloria! (Solamente a Dios la gloria).