Del 3 al 5 de octubre de 2025 tuvo lugar la XXI edición del Congreso de APASM (Asociación de Profesionales Adventistas de la Salud Mental), en el Campus Adventista de Sagunto (CAS).

Después de muchas reuniones y preparativos, el congreso se hacía nuevamente realidad, como cada octubre de los últimos años. Este evento representa un punto de inicio hacia el nuevo curso, pero también el punto culminante de un año cargado de actividades ofrecidas a la comunidad de iglesias en España, que da sentido a nuestra existencia como asociación. Este año ha sido especialmente intenso, ya que la DANA reclamó mucha de nuestra atención y la intervención de compañeros que se pusieron a disposición para ayudar.
Este congreso involucra un cúmulo de expectativas tanto para el equipo organizador como para los asistentes. Es un tiempo de encuentro con colegas, con amigos afines a la salud mental e incluso con asistentes que se acercan curiosos a un evento abierto a la participación. Pero también es un tiempo para aprender y crecer profesional y humanamente.
Cada año supone un reto para el equipo seleccionar y solicitar a un ponente o una ponente que aporte su conocimiento y su disponibilidad para el evento. Este año tuvimos el privilegio de contar con Glenda Villamarín, que nos visitó desde Ecuador. A Glenda la respalda un bagaje de experiencia y formación exquisitas, siendo psicóloga clínica y formadora de profesionales. Ella nos acercó a terapias realmente sanadoras como EMDR, Brainspotting o Teraplay, que ayudan a procesar y sanar las experiencias traumáticas que han quedado bloqueadas en el cerebro.
Caminos de sanación y resiliencia
El énfasis puesto en la relación entre el cuerpo y la mente es fundamental, ya que somos seres creados de forma holística y lo uno no existe sin lo otro. «La espiritualidad está encarnada en nuestro cuerpo», nos recordaba Glenda. Los dolores del cuerpo dejan huella en el cerebro, y el cerebro conecta sus malestares con el cuerpo. Los sufrimientos del alma involucran un todo: desde lo más abstracto y desconocido hasta lo más físico y palpable.
Este fin de semana hemos puesto el acento en la importancia —en el proceso de sanación— de la regulación de las emociones, desde un aprendizaje que va de afuera hacia adentro, y en cómo interiorizar formas saludables de expresarlas. La relación en un espacio de amor y seguridad permite finalmente razonar con el propósito de tomar las mejores decisiones hacia la sanación y la resiliencia.
El cerebro ha sido creado por Dios para estar en constante cambio; la neuroplasticidad es un don divino que nos permite crecer, aun cuando tenemos más años por detrás que por delante, o incluso cuando diferentes eventos adversos nos hayan dejado devastados. Nunca es demasiado tarde para sanar y crecer en la plenitud del momento vital que estemos viviendo.
Durante el encuentro escuchamos con atención a Glenda. Hubo espacios para mirar el rostro de los otros y conocer un poco más de ellos. Pudimos tomarnos de las manos, haciéndonos conscientes de la presencia del otro con la empatía que surge al mirar a los ojos de la compañera o el compañero. Hemos jugado, reído y relajado en un fin de semana intenso, pero que voló rápido, porque cuando se está bien, el tiempo se esfuma de puntillas y casi sin avisar.
Disfrutando y agradeciendo
Tuvimos también un taller de arteterapia gracias a nuestra compañera de equipo Annelise Lust, en el que expresamos nuestras fortalezas y aquello que nos da equilibrio a través del dibujo libre. ¡Qué bonito fue cuando los compañeros de mesa explicaban su dibujo y lo que representaba, porque salía de ahí, de las entrañas, pero también de la reflexión!
Gracias a Dámaris López por su disposición amable, cariñosa y siempre dispuesta a brindarnos el espacio y los materiales de la escuela de arte del Campus.
Estamos muy agradecidas a Glenda, quien nos transmitió su saber con gran profesionalidad, hizo que lo difícil pareciera fácil y brilló con su alegría, sencillez y dulzura. Nos levantó de la silla para jugar y disfrutar mucho. Sin duda, nos fuimos más ricos en recursos y en esas cosas inmateriales que dan sentido a la vida.
Nuestra gratitud también al equipo de APASM, que trabaja liderado por Lola Fenor como presidenta, y a Maijo Roth, quien, como responsable del Departamento de Familia de la Unión, da soporte a la asociación, siendo una ayuda valiosa e inestimable.
Gracias a todos los asistentes, que fueron el calor y el motivo principal de este encuentro.
Desde APASM no concebimos la sanación sin Dios
Él está en el dolor, en la angustia y en la incertidumbre. Con estos encuentros ponemos en valor esta profesión que ayuda a otros a caminar hacia emociones y conductas que sanan. Está en el ideario de la asociación ser profesionales que buscan armonizar los principios de amor y empatía con la formación, los recursos y las herramientas adecuadas para acompañar a otros en sus procesos de sufrimiento y necesidad.
Agradecemos a Dios por estos espacios de formación y relación en un entorno armonioso y bello.
Autora: Toña Arronis, miembro del equipo de APASM
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