El voluntariado educativo de ADRA en Madrid Vallecas demuestra que enseñar es mucho más que resolver dudas escolares: es acompañar, motivar y transformar vidas. A punto de iniciar su tercer curso en octubre, este proyecto de clases de refuerzo para los vecinos de la iglesia se ha convertido en un motor de aprendizaje y comunidad, donde tanto estudiantes como voluntarios crecen juntos.
Porque el voluntariado educativo es un intercambio que enriquece. Ayudar a un niño a superar una dificultad académica va mucho más allá de aprobar un examen o pasar de curso. Significa acompañarlo en su crecimiento, escucharlo, comprender sus necesidades y celebrar cada avance, por pequeño que sea.
Este proyecto, promovido por ADRA, ofrece clases particulares de refuerzo para los vecinos de la iglesia de Vallecas. Ya vamos por nuestro tercer curso, y cada edición confirma el valor de esta iniciativa. La próxima edición comenzará a primeros de octubre, renovando el compromiso de acompañar a quienes más lo necesitan.
Impacto escolar, autoestima y bienestar
La experiencia de los voluntarios refleja no solo el impacto en el rendimiento escolar, sino también en la motivación, la autoestima y el bienestar de los participantes. Lo que empezó como una labor educativa ha acabado convirtiéndose en un intercambio humano profundo, donde el aprendizaje es mutuo y la comunidad entera se beneficia.
Los voluntarios coinciden en que la gratificación no está solo en los resultados académicos, sino en el vínculo que se ha formado durante las horas compartidas a lo largo del curso. El proyecto no solo se enfoca en enseñar contenidos y resolver dudas que en clase no pueden abordarse, sino en atender a cada estudiante de forma individual, teniendo en cuenta su forma de aprendizaje.
Quienes han participado destacan el compromiso y el interés por aprender de los niños y niñas. Para quienes se preparan como futuros docentes, esta experiencia ha sido una ventana para comprender mejor cómo funciona el entorno educativo y qué aspectos aún necesitan fortalecerse. Y aunque algunos maestros estuvieron brevemente, dejaron valiosas enseñanzas.
Un servicio a la comunidad
Más allá del aula, este trabajo se convierte en un servicio a la comunidad. Apoyar a un estudiante repercute también en su familia y en su entorno, generando un círculo de apoyo y motivación. Porque cuando se enseña con el corazón, no solo se transforman las notas, sino también las personas.
Si compartes esta ilusión por enseñar y quieres formar parte de un proyecto que marca la diferencia, te invitamos a sumarte como voluntario a partir de octubre. Tu tiempo, tu experiencia y tus ganas de ayudar pueden cambiar vidas.
Autora y fotógrafa: Kathleen Lanz, de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Madrid Vallecas.