Todo pertenece al Señor
Mayordomo, según la definición del Diccionario de la lengua española, no es el dueño o propietario de algo, sino el «criado principal a cuyo cargo está el gobierno económico de una casa o hacienda». La mayordomía es una función que todo ser humano está llamado a cumplir. En nuestra mente hemos reducido este término al dinero, sin darnos cuenta de que se trata de algo mucho más amplio.
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1: 1, RVR1995), una creación tanto de espacio como de tiempo llena de vida. La corona de la creación, el ser humano, fue introducido en ella; primero para que le diera nombre, para que la habitase y llenase. Es decir, para que la gobernase y administrase. Esto en un marco de familia y salud descrito desde el mismo principio. Pero el momento cumbre fue el séptimo día, un tiempo que la humanidad debía cuidar y guardar para la intimidad con Dios.
La Biblia asegura que Dios es el Dueño de este mundo: «Porque mío es el mundo y su plenitud»(Salmo 50: 12). Cada ser humano tiene una función en la administración de este mundo, especialmente aquellos que forman su pueblo elegido (Isaías 49: 1-7); cada uno con sus dones y talentos dirigidos por nuestro Señor, la cabeza de un solo cuerpo (1 Corintios 12: 12).
Durante este último quinquenio hemos querido transmitir esta idea, un poco descentrándonos del dinero y hablando de la pluralidad que abarca la mayordomía, en especial del privilegio y la responsabilidad que tenemos de ahondar más y más en nuestra intimidad con Dios. Recordando y fortaleciendo la fe en que Dios está al timón de su creación, de su pueblo y de cada vida que él ha creado, escogido y amado.
Por eso hemos enfatizado en cada una de nuestras 42 visitas a las iglesias que la reforma y el reavivamiento han de ser llevados a la acción en cada uno de nosotros. Solo así seremos capacitados por el Espíritu Santo para cumplir la misión que el Señor nos dio, a fin de preparar al mundo para su Segunda Venida. Ese es nuestro verdadero reto como Departamento de Mayordomía. Con esta idea clara, preparamos una serie de seminarios, sermones y materiales que impartimos a la hermandad.
En septiembre de 2016 participamos en una convención a nivel de División en Sevilla, en la que confirmamos este reto. Nuestros compañeros de las diferentes Uniones y los pastores M. F. Bomfim y I. Câmpian-Tatar (directores de Mayordomía de la Asociación General y de nuestra División) nos afianzaron en la misma dirección.
En noviembre de 2016 tuvimos nuestra convención nacional en Entrepeñas, donde junto a setenta delegados disfrutamos de los mensajes del pastor I. Câmpian-Tatar, director de Mayordomía de la División Inter-Europea). Allí pudimos valorar las ideas, proyectos y necesidades que los delegados presentaron.
Allí mismo entregamos toda una batería de materiales para que todas nuestras iglesias puedan utilizarlos:
• Colección de 53 videos y una serie de lecturas para el momento previo a las ofrendas.
• Una serie de 24 sermones.
• Una semana de oración y agradecimiento.
• Varios seminarios con diapositivas digitales.
• El libro Consejos sobre mayordomía cristiana.
• El proyecto ALMA. Todo un reto de trabajo para poner en marcha por la Agrupación Local de Mayordomía.
Una cita de Elena White nos impulsa en esta dirección: «Todas las cosas buenas de la tierra fueron colocadas aquí por la mano generosa de Dios, y son la expresión de su amor para con el hombre. Los pobres le pertenecen y la causa de la religión es suya. El oro y la plata pertenecen al Señor; él podría, si quisiera, hacerlos llover del cielo. Pero ha preferido hacer del hombre su mayordomo, confiándole bienes, no para que los vaya acumulando, sino para que los emplee haciendo bien a otros. Hace así del hombre su intermediario para distribuir sus bendiciones en la tierra» (Consejos sobre mayordomía cristiana, pág. 17).
Como una respuesta a este llamamiento, invitamos a cada uno de vosotros a abrazarlo con la alegría y seguridad de que Dios está trabajando en todos y en todo para su gloria (1 Pedro 2: 9-13).