El sábado 23 de septiembre, quienes nos reunimos en la congregación de Reus tuvimos una experiencia reconfortante: Toda la programación del día estuvo dirigida y realizada por los jóvenes de la iglesia.
Siempre se ha dicho que «la juventud es el futuro de la iglesia». Deberíamos ir cambiando esa expresión por la de «la juventud es el presente de la iglesia». Si no lo hacemos así, no tenemos ningún futuro.
Desde primera hora, los jóvenes de Reus estuvieron realizando los servicios habituales. Empezaron con la recepción en la puerta del templo, recibiéndonos con una sonrisa. Nos ofrecieron infusiones en el vestíbulo y empezaron el programa del día a la hora exacta de comienzo.
El grupo de worship de la iglesia de Urgell fue invitado a unirse al programa acompañándonos con sus alabanzas. Minutos antes del comienzo, nos condujeron con sus cantos preparando el ambiente y los corazones para una mejor recepción del estudio en la Escuela Sabática.
El programa de estudio de la lección correspondiente al día también fue coordinado por los jóvenes. Después de una introducción, realizaron una dinámica grupal, dividiéndonos en secciones para debatir las preguntas propuestas e irlas poniendo en común. El debate fue animado y nos ayudó a reflexionar sobre el tema que el apóstol Pablo nos presenta en su carta a los Efesios.
Sermón joven: 6 generaciones y humildad
El sermón también nos lo presentaron los jóvenes. Nos hablaron de las 6 generaciones que, en este momento, estamos conviviendo en el mundo y en la iglesia. Y nos dimos cuenta de que a todos nos hace falta humildad. Especialmente a quienes hemos estado liderando la iglesia durante años. Humildad para ceder esos puestos de dirección a las generaciones nuevas, que vienen con más preparación de la que teníamos nosotros en su momento. Pero también necesitan humildad las nuevas generaciones, para aceptar la visión de la experiencia que nos ha dado el tiempo y las vivencias obtenidas en el ejercicio del liderazgo.
Si ambos, jóvenes y adultos, tenemos la suficiente humildad para ceder y aceptar, la antorcha seguirá brillando y dando al mundo la Luz que necesita para no extraviarse.
Al mediodía tuvimos una sabrosa comida fraternal, donde pudimos charlar de forma distendida y compartir puntos de vista e intercambiar experiencias.
Por la tarde siguieron con el programa presentándonos una serie de juegos que nos ayudaron en nuestra edificación personal y espiritual.
Estamos contentos de haber tenido esta experiencia, que nos ha servido a todos para enfrentarnos a la realidad del momento que estamos viviendo cada uno, quienes desaceleramos en la marcha de la vida y quienes están incorporándose en el vértigo de la autopista del vivir. Damos las gracias al Señor por esta experiencia y pedimos que no cese hasta que regrese a buscarnos.
Autor: Jordi Abad, corresponsal de la Revista Adventista de España, en la iglesia adventista de Reus.