El fin de semana del 3 y 4 de mayo de 2025, vivimos una experiencia profundamente enriquecedora durante el retiro espiritual celebrado en el albergue de Cerro Muriano, en la provincia de Córdoba. Bajo el lema «Un espíritu, una misión», este encuentro nos ofreció una valiosa oportunidad para detener el ritmo habitual de la vida, alejarnos del bullicio cotidiano y reenfocar nuestra mirada en Dios y en la misión que, como iglesia y como creyentes, compartimos.
Tuvimos el privilegio de contar con la participación del pastor Eliasib Sánchez, acompañado de su esposa, Olga Pérez, quienes, con sensibilidad y claridad, nos guiaron en una reflexión profunda y necesaria. A lo largo de sus mensajes, el pastor Sánchez nos recordó una verdad central y a menudo olvidada: la misión comienza en la relación. La Palabra de Dios es enfática al presentar que todo acto misionero auténtico nace de una comunión real con el Señor. Cuando esta relación es cultivada y fortalecida, inevitablemente se refleja en nuestras relaciones interpersonales. No podemos pretender alcanzar al mundo si primero no somos alcanzados por el amor transformador de Cristo en nuestras propias vidas.
Sus enseñanzas, salpicadas de vivencias personales y de una sólida base bíblica, tocaron corazones y desafiaron nuestras prioridades. Fue una invitación no solo a hacer misión, sino a ser misión, encarnando el evangelio en cada gesto, palabra y decisión diaria.
Creatividad, fraternidad y alegría
El retiro también fue un espacio donde la creatividad, la fraternidad y la alegría fueron protagonistas. Disfrutamos de momentos de oración comunitaria, actividades participativas y una gymkhana especialmente diseñada para fomentar valores clave en la vida cristiana: compañerismo, paciencia, perseverancia, coordinación y percepción. Estos elementos, aunque lúdicos en apariencia, son esenciales en el trabajo en equipo que demanda el cumplimiento de la misión.
Los más pequeños también encontraron su lugar. Las actividades infantiles, preparadas con dedicación y cariño, permitieron que los niños experimentaran la alegría de convivir en un entorno natural y seguro, fortaleciendo sus vínculos y su sentido de pertenencia a la comunidad de fe.
La experiencia compartida dejó en todos los hermanos y hermanas un sabor de gratitud y el anhelo de repetirla. Retirarse no es escapar, sino detenerse para escuchar. Y cuando ese retiro se hace como iglesia, en oración, en la Palabra y en la naturaleza, el alma se renueva y la visión se aclara.
Que este encuentro no quede como un recuerdo entrañable, sino como un punto de inflexión que nos impulse a vivir con un solo espíritu y una sola misión: reflejar a Cristo al mundo que nos rodea.
Autor: Andrés Suárez, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.