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Entrevistamos a Pablo Armero, responsable del servicio de Espíritu de profecía de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España, nombrado en la Asamblea de 2022.

E. A. ¿Quién es Pablo Armero?

P. A. Bueno, hablar de uno mismo es profundamente arriesgado, pues nosotros no solemos coincidir con los que otros piensan y sobre todo solamente nos conoce nuestro amante Dios. Pablo Armero nació en la ciudad de Murcia. Junto con mi esposa Belén, construimos un hogar con el fruto de dos hijos: Ana y Josué. Comenzamos la andadura ministerial como un proyecto familiar.

En el año 2000 fuimos ordenados y hemos recorrido la geografía española, yendo a donde la iglesia nos ha enviado.

Hace algunos años rescaté un viejo pensamiento que me ha acompañado desde el comienzo de este ministerio: «La principal función del pastor, aunque no la única, es enseñar con metodología el texto bíblico», y a eso he dedicado gran parte de mi tiempo y esfuerzo.

En el año 2016 terminé el ciclo de posgrado en Teología, leyendo una tesis doctoral sobre la estructura literaria del libro de Daniel. Eso me permitió ejercer el ministerio de mis sueños, como pastor-docente.

E. A. ¿Qué es la profecía?

P. A. 2 Pedro 1:21 dice: «Pues nunca profecía alguna fue fruto de la voluntad humana. Los profetas fueron hombres que hablaban de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo» (Biblia de Jerusalén, 4ª edición, 2009).

La profecía es un regalo de Dios para su pueblo. Los relatos proféticos de la Biblia son una de las aproximaciones a la vida real del creyente de parte de Dios. La profecía nace en tiempos difíciles para ese pueblo. Sin crisis no hay profetismo. El profeta es propuesto exclusivamente por Dios. Su pueblo no interviene en su elección, ni en la dimensión de su ministerio.

A lo largo del tiempo he aprendido y enseñado que el mensaje profético tiene una función principal: «La profecía bíblica presenta la palabra de Dios esencialmente y en primer lugar para proclamar el mensaje de Dios a los hombres de su tiempo y no para revelar el futuro» (H. H. Rowley, Apokalyptik, 1965, 10).

Desde que comenzó el proceso de comunicación de Dios con su pueblo a través del mensaje profético, el creyente vive una experiencia especial en tres acontecimientos:

1) Hay una parte de la profecía que se ha cumplido, ya es historia. Dios conoce lo que está por venir, antes de su cumplimiento.

2) Existe también una porción de esa profecía que es el presente. En esta etapa es donde el creyente forma parte del proyecto profético, él debe ver y vivir los acontecimientos que le son contemporáneos, y es ahí donde Dios nos está predicando su mensaje.

3) Y finalmente hay una parte que queda por cumplir, que sigue siendo profecía. Si se analiza el proceso, lo que se ha cumplido reafirma la confianza en el conocimiento divino que prepara la parte de la profecía que nos toca vivir en presente. Dios se hace trascendente en la vida del creyente, en su día a día, pero sobre todo nos prepara para planificar una espera inteligente, pudiendo leer el futuro a través de lo que falta por cumplir.

E. A. ¿Qué es el espíritu de profecía?

P. A. El «espíritu de profecía» es el origen ideológico del mensaje profético. Si hay un texto que sitúa, resume y orienta una definición de «espíritu de profecía» es Apocalipsis 19:10: «Entonces me postré a sus pies para adorarle, pero me dijo: “No, cuidado. Yo soy un siervo como tú y como tus hermanos, que mantienen el testimonio de Jesús. A Dios tienes que adorar”. El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía». (Biblia de Jerusalén, 4ª edición, 2009).

El pastor Alberto Guaita escribió: «[…] a modo de conclusión del tema nos sirve recordar que Dios envió su mensaje para orientar a su pueblo en momentos de crisis». (A. Guaita, Perennidad del don Profético, tema 3, p. 14)

E. A. ¿Por qué necesita la iglesia este servicio?

P. A. La iglesia adventista, y es reconocido tanto por propios como extraños, es una comunidad con una estructura sólida. Esa estructura forma parte de su «ADN». La intención es organizar como la misión de la iglesia llega a todo rincón del planeta. Dentro de este contexto, este servicio cumple, la misión de la iglesia. Crea el contexto apropiado para una lectura de los escritos de Elena White.  «Los adventistas del séptimo día somos un pueblo profético, que vive en un tiempo profético y proclama un mensaje profético a un mundo que carece de esperanza y de salvación» (A. R. Timm; D. N. Esmond [Eds.] El don de profecía en las Escrituras y en la historia, 2016, p. IX).

E. A. ¿Cuánta profecía hay en la Biblia?

P. A. Esta es una pregunta difícil de puntualizar, pero desde el punto de vista global, solo habría una profecía que englobaría todo el plan de salvación. Ahora bien, el desarrollo de la historia ha hecho necesario que se haga, de parte del autor ideológico de la profecía, tantas secciones como el desarrollo del pueblo de Dios ha necesitado. Si tomamos como un acercamiento el propósito de la profecía, se puede dividir en dos grandes partes: profecía clásica, caracterizada por la advertencia de volver a una religión de relaciones personales con Dios; y profecía apocalíptica (Daniel, Jesús, Apocalipsis y El conflicto de los siglos), aquella que anuncia el proceso y desarrollo del conflicto entre el bien y el mal hasta su final.

E. A. ¿Quién es Elena G. de White, y por qué sus escritos son importantes para nosotros?

P. A. Hablar de Elena White es situar el origen de nuestra iglesia. Sus datos bibliográficos son ampliamente conocidos y editados en varios volúmenes. Si hubiera que definir quién era, tal vez una frase no sería suficiente, pero si aproximada: «una creyente en Jesús, que vivió en el siglo XIX y XX, y que aceptó ser mensajera del Señor para esta época. Sus escritos son el resultado literario de su llamamiento y su relación con el Jesús que guiaba su vida».

E. A. ¿Qué objetivos tiene este servicio?

P. A. Hay varios objetivos que deberían de marcar el periodo que nuestra iglesia vive actualmente:

1) Hacer ver al lector de los escritos de Elena White que deben de ser leídos con el método que caracteriza nuestra lectura de la Biblia, el llamado histórico-gramatical. El mismo método aplicado a los profetas, tanto clásicos como apocalípticos bíblicos.

2) Que el lector actual entienda que ese método de lectura hace una diferencia entre el lector real y el lector imaginario. El primero fue el que vivió en la época de la autora, al que se dirigieron los escritos en primer lugar; el segundo es cualquier lector que se acerque a sus escritos en nuestra época. Todos nosotros somos, actualmente, lectores imaginarios. El método de lectura histórico-gramatical nos permite conocer el mensaje en su sentido original.

3) Crear iniciativas que ayuden al lector, tanto individualmente como en grupo, a aplicar el método de lectura correcto en cada caso. A través de consultas personales o grupales, estaremos para ayudar a una mejor comprensión de ese precioso mensaje de parte de Dios.

4) Dentro de las posibilidades, crear e impartir cursos para poner a disposición de la membresía las herramientas necesarias para comprender la utilidad de estos escritos inspirados.

E. A. ¿De qué modo puede la iglesia apoyar a este servicio?

P. A. La iglesia en nuestro país seguirá con la ayuda de nuestro Dios, diseñando el proyecto de misión que nos ha tocado vivir. El servicio de espíritu de profecía apoyará esta realidad. De esta manera, la iglesia apoyará al servicio de Espíritu de profecía.

E. A. Pablo Armero, muchas gracias por esta entrevista. Que el Señor te siga bendiciendo en tu ministerio, junto con tu hermosa familia. 

Autora: Esther Azón, teóloga y comunicadora. Coeditora y redactora de la Revista Adventista en España y QueCurso.es, gestora de las redes sociales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España y asistente de dirección y producción en HopeMedia España.

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