El 15 de octubre de 2016 pasó al descanso tras una dura y cruel enfermedad que afrontó como un gran luchador, confiando en el Señor siempre y poniendo todo de su parte para combatirla, quitando dramatismo y viendo en todo momento que era el Señor el que iba conduciendo todas las cosas.
Durante el año y medio, desde el momento en que supo cuál era su situación, fue un ejemplo para todos: familia, amigos, compañeros y su querida iglesia de Ventas en la que sirvió durante tantos años especialmente como anciano y tesorero. Fue una pieza clave en esa congregación a la que pertenecía desde sus inicios.
El domingo 16 de octubre se celebró una ceremonia de despedida familiar y hermosa, donde nos congregamos muchas personas que le queríamos y deseábamos estar junto a esta querida familia en ese momento tan especial.
¡Nos quedamos con tu sonrisa!
Son muchos, muchísimos los años que has dedicado a Safeliz, entraste con 14 años y nos has dejado con 59. Años de sonrisas, alegría, entrega, diligencia, esfuerzo, simpatía, generosidad… Vistiendo traje de faena si había que remangarse y limpiar, con traje y corbata cuando el guión así lo exigía, en bañador para aparecer en las fotos de nuestros libros, con riñonera para soportar las horas de trabajo y los grandes pesos… Conduciendo el toro, la furgoneta, tu coche, siempre al servicio de los demás sin importar los madrugones, ni las horas que hiciera falta echar… Lo mismo montabas stands en los congresos y convenciones, que ibas al aeropuerto a llevar o a buscar a quien hiciera falta, que te desviabas de tu camino para recoger o llevar a cualquier compañero o compañera, daba igual, ahí estabas tú, querido Juanjo.
Gracias por tu buena disposición para todo cuanto se te pedía y para lo que no, porque, por si fuera poco, permanecías atento a las necesidades de todos aquellos que hemos tenido la suerte de cruzarnos en tu camino.
Hoy estamos tristes porque ya notamos tu ausencia, pero felices porque ¡Nos vemos recibiendo al Señor! ¡Hasta pronto, amigo, compañero, hermano! ¡Hasta pronto, Juanjo!
Modestamente, puedo dar fe…
Y yo, y yo…