El 7 de marzo de 2025 pasó al descanso en Jesús nuestra hermana Quitterie Laetitia Justes, de 52 años. Una líder para los jóvenes de nuestra iglesia y en todo lugar donde organizó alguna actividad juvenil o musical.
La muerte, ¿es vida? Por el aire del pensamiento popular vuela la idea de que la muerte es parte de la vida, pues nos la encontramos con frecuencia entre amigos, familiares, conocidos o compañeros de trabajo. El que nos topemos a cada paso con el hecho del cese de la vida en personas cercanas, no significa que la ausencia de vida forme parte de la misma vida.
En todo caso, ese fenómeno funesto ha llegado a inmiscuirse en nuestro vivir diario por acciones ajenas a la vida. Las ganas de vivir es algo que Dios nos incorporó en nuestra misma existencia. Todos huimos de un peligro en cuanto lo percibimos, ya sea un automóvil que se aproxima o un estallido inesperado. No, la muerte no es parte de la vida. Es todo lo contrario. Salvo circunstancias producidas por el autor de la muerte, nadie la deseamos, todos la tememos y para nadie es algo agradable de aceptar.
Los que no tienen esperanza
Pero esto no es nuevo. Es algo que alguien ha tratado de normalizar en nuestro vivir desde antiguo. Hace 2000 años, el apóstol Pablo quiso animar a los creyentes de Tesalónica explicándoles que la muerte no tiene nada que ver con la Vida (sí, así, con mayúscula), que el cese de las funciones vitales no es un problema para Dios, y con sus palabras nos transmitió su creencia para que no «nos entristezcamos como los que no tienen esperanza» (1ª de Tesalonicenses 4:13).
Hoy la muerte nos ha golpeado otra vez en la feligresía de Reus y nos toca echar mano nuevamente de esas palabras ante el cese de la vida de una de nuestras hermanas en la fe. Quitterie Laetitia Justes nació en Saint-Sever, en el suroeste francés, hace 52 años. Sus lloros anunciaron a su familia y a toda la comunidad un carácter inquieto y luchador que la acompañó hasta el final. Emprendedora desde pequeña, mostró sus cualidades de liderazgo con los jóvenes de la iglesia y en todo lugar donde organizó alguna actividad juvenil o musical.
No mi voluntad, sino la tuya
Hace 3 años descubrieron en su cuerpo el avance de un proceso canceroso. Desde entonces la lucha por sobrevivir se convirtió en su constante. Los miembros de la Iglesia hemos orado, ayunado, dedicado tiempo a la reflexión, pidiéndole a Dios su dirección. Y Dios decidió que el viernes 7 de marzo del 2025 era el mejor momento para que Quitterie descansara de los afanes de este mundo en espera de ese glorioso instante en que la Vida volverá de nuevo a todos los que esperamos su venida.
Jesús pidió que no se cumpliera su voluntad, sino la del Padre. ¿Cuánto le costó a Jesús aceptar esa voluntad? ¿Cuánto nos cuesta a nosotros aceptar que la muerte nos arrebate a nuestros seres queridos? Sin duda que no nos resulta fácil, pero volvamos a las palabras de la Vida: «El que en mí cree, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25). Y es con estas palabras que nos consolamos con esta esperanza, hasta que nos volvamos a encontrar.
Duerme en paz, Quitterie
Toda la familia ha quedado tocada por este final, pero esperanzada con las promesas del evangelio. Todos volvemos a preguntarnos «¿hasta cuándo, Señor?», pero seguimos con la certeza de que el momento está cercano. Duerme en paz, Quitti, de verdad «falta poco» para que volvamos a reencontrarnos. Cada día, un día menos.
Autor: Jordi Abad, corresponsal de revista.adventista.es en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Reus.