La Biblia está llena de fervorosas descripciones del interés de Dios por los pobres y oprimidos, y también de llamados a su pueblo a trabajar en favor de ellos. A pesar de la atención que se le da a estos temas, este mandato bíblico solo ha tenido un cumplimiento esporádico y parcial, y se completará solo con la venida de Cristo y los acontecimientos sobrenaturales que le siguen.
Mientras tanto, el mal persiste en muchas formas, alimentado por las oscuras influencias espirituales del diablo y sus ángeles. Este mal a menudo se hace más visible en la pobreza, la violencia, la opresión, la esclavitud, la explotación, el egoísmo y la codicia. En un mundo así, nuestra comunidad, nuestra iglesia y nuestra familia deben luchar contra estos males sin importar lo difícil que sea a veces. En respuesta al amor y los mandamientos de Dios, viviendo a la luz del ministerio y el sacrificio de Jesús y capacitados y guiados por la presencia del Espíritu Santo, debemos ser compasivos, creativos y valientes mientras tratamos de “hacer justicia, y amar misericordia, y humillarnos ante nuestro Dios” (Miq. 6:8).
Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 6:25-33; Santiago 1:5-8; 2:15, 16; Isaías 52:7; 1 Juan 3:16-18; Isaías 58:1-10.