El rechazo innecesario de las normas culturales actuales en nombre de la religión no es una señal de santificación, sino de un celo equivocado que puede acarrearle reproches a nuestro testimonio cristiano. El discernimiento cuidadoso entre las normas culturales que son compatibles con el cristianismo y las que no lo son puede ser una fuente de intenso desacuerdo entre los creyentes. Necesitamos ser conscientes de las influencias culturales en nuestra vida, y revisar si están en consonancia con la voluntad de Dios.