El versículo para memorizar de esta semana nos da una idea de las prácticas de adoración de los hebreos y cómo su gratitud hacia Dios se había desbordado en alabanza a Él. En 515 a.C. celebraron la dedicación del nuevo Templo (Esd. 6:15–18) y luego, unos 60 años después, el pueblo celebró la dedicación del muro completo de Jerusalén (Neh. 6:15–7:3; 12:27 en adelante).
Luego de enumerar las genealogías en Nehemías 11 y 12, el autor hace la transición al momento de la celebración por la dedicación del muro de la ciudad. La nación acostumbraba a dedicar cosas a Dios: el Templo, un muro de la ciudad o incluso casas y edificios públicos.
Esa dedicación era preparada con esmero y era acompañada con cantos, música, banquetes, sacrificios, regocijo, alegría y la purificación del pueblo. David estableció la práctica de los sacrificios durante una dedicación, y luego los dirigentes de Israel siguieron su ejemplo, comenzando con Salomón cuando llevó el arca al Templo (1 Rey. 8:5).
Esta semana veremos cómo adoraron al Señor durante esta oportunidad y veremos cosas que, quienes adoramos al mismo Señor, podemos aplicar a nosotros mismos.
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Nehemías 12:27–47; 1 Crónicas 25:6–8; 1 Juan 1:7–9; Juan 1:29, 36; 1 Corintios 5:7; Hebreos 9:1–11.