El 24 de diciembre, por la mañana, un grupo de miembros de la iglesia decidió llevar el espíritu navideño a la residencia de ancianos El Azahar, de Castellón, en un hermoso gesto de solidaridad y amor. Al llegar a la residencia, el ambiente se llenó de alegría y entusiasmo.
Los hermanos fueron recibidos calurosamente por los residentes, cuyos rostros se iluminaron al verlos. El sonido de las risas y las conversaciones animadas llenaron el aire mientras los ancianos esperaban ansiosamente el comienzo de la presentación.
El coro de la iglesia, con sus voces armoniosas y llenas de calidez, se preparó para alegrar los corazones con los tradicionales villancicos. El escenario se llenó de color y vida mientras los abuelitos eran trasladados por las asistentas a la sala para asegurarse un buen lugar y poder disfrutar de la música.
A medida que los primeros acordes comenzaron a sonar, los rostros arrugados de los ancianos se iluminaron con una mezcla de nostalgia y felicidad. Las canciones navideñas resonaron suavemente, cada nota llevando consigo años de tradición y recuerdos especiales.
Los ancianos, algunos de ellos con lágrimas en los ojos, se unieron al coro en las partes que recordaban y tarareaban las melodías que atesoraban en sus corazones. Fue un momento mágico en el que las barreras del tiempo y la edad se desvanecieron, y todos se sumergieron en el espíritu de la Navidad.
Conversando con los residentes
Después de la presentación, los hermanos, integrantes del coro, pasaron tiempo conversando y compartiendo historias con los residentes. Cada interacción fue única y especial, ya que se crearon lazos que trascendieron las diferencias generacionales.
Al final de la visita, los corazones se llenaron de gratitud y alegría. Los ancianos expresaron su agradecimiento por la música y la compañía, mientras que los hermanos se sintieron humildes y conmovidos por la experiencia compartida.
La visita a la residencia de ancianos para cantar villancicos fue más que un simple acto de generosidad. Fue un recordatorio de la importancia de la conexión humana y de cómo el amor puede trascender cualquier barrera. En este día especial, la iglesia y los ancianos se unieron en una celebración de esperanza, amor y amistad.
Autor: Javier Moliner, pastor jubilado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España