En el marco del calendario de eventos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el segundo sábado de junio se celebró el Día de Énfasis en el Ministerio de la Mujer, una jornada especialmente dedicada a resaltar el rol de las mujeres en la iglesia y a fortalecer su identidad espiritual. Esta conmemoración, reconocida a nivel mundial, ofrece a las mujeres la oportunidad de dirigir el servicio de adoración, compartir sus experiencias y motivar a otras a integrarse en las labores ministeriales.
Día de Énfasis en el Ministerio de la Mujer
Otro mes de junio que se nos va y que nos deja un buen número de situaciones vividas, de eventos celebrados, de momentos inolvidables, que nos han generado infinidad de emociones, en los que hemos reído y puede que también llorado, y de los que seguramente habremos podido aprender.
Quiero destacar de entre todos ellos uno que está en el Calendario de Días y Eventos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a nivel mundial y que se celebra normalmente el segundo sábado de junio: el Día de Énfasis en el Ministerio de la Mujer. Este día, las mujeres tienen la oportunidad de dirigir el servicio de adoración y educar a la iglesia sobre los propósitos del Ministerio de la Mujer.
Es el momento ideal para presentar ante la familia de la iglesia al equipo de mujeres que colaboran en el Ministerio a nivel local e invitar a las que aún no han participado a que se unan, a que se sumen. Por eso, en las diferentes congregaciones, el Ministerio planifica un día de énfasis. Un día completo de actividades, incluyendo la Escuela Sabática, el servicio de adoración, una comida fraternal y un programa vespertino, brindando así una ocasión especial para invitar a amigas y conocidas para adorar juntas, glorificar al Señor y conocerse más.
Y sobre todo, es una ocasión especial para remarcar que «el liderazgo femenino no compite, completa. La iglesia florece cuando todas las voces son escuchadas».
«Antojos del alma»
La temática elegida para este Día de Énfasis en el Ministerio de la Mujer del año 2025, era «Antojos del alma». Basada en una declaración de identidad que encontramos en Efesios 2:10: «Somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás». (NTV)
Nancy Cabrera, su autora, nos encaminó a través de la Escritura a descubrir tres lecciones preciosas —a las que ella llamó las «tres íes», porque cada lección comienza con la letra i— que no solo tenían como objetivo ayudarnos a satisfacer nuestros anhelos más íntimos, sino también enseñarnos a vivir vidas con propósito para la gloria de Dios.
¿Qué anhelas hoy en esta etapa de tu vida?
Con la pregunta «¿Qué anhelas hoy en esta etapa de tu vida?», nos hizo ser conscientes de la existencia de una realidad que tristemente no es la que deseamos. Puede que tal vez nos estemos enfrentando a la incertidumbre sobre el futuro, al estrés, a una crisis de salud, a la ansiedad, a la pérdida de un ser querido, a la angustia financiera o a problemas en nuestras relaciones. Y tal vez, ante esas situaciones, estemos intentando escapar, escondernos, adormecer o entretener nuestros sentimientos de mil y una maneras diferentes, usando, por ejemplo, la comida, el dinero, el trabajo, el ajetreo o el ocio.
Puede que esos sucedáneos nos dejen sintiéndonos personas agotadas, culpables y vacías, indignas de la misión que el Señor nos ha dado el privilegio de llevar a cabo.
De ahí la importancia de redescubrir, de reforzar nuestra identidad, en este Día de Énfasis en el Ministerio de la Mujer.
El concepto de identidad
Y es que la identidad es un concepto fascinante que tanto la sociología como la psicología abordan desde diferentes perspectivas, pero con un interés común en entender quiénes somos y cómo nos definimos.
Desde la sociología, la identidad se ve como un constructo social. Es decir, que está influenciada por las relaciones, las culturas, las comunidades y las instituciones en las que, como personas, estamos inmersas. Podríamos decir que nuestra identidad social se forma a partir de los roles que desempeñamos, las normas que seguimos y los grupos a los que pertenecemos. Por ejemplo, nuestra identidad puede estar relacionada con nuestra profesión, nuestra etnia, nuestra religión o nuestra clase social. Todo esto contribuye a cómo nos perciben los demás y cómo nos percibimos a nosotras mismas en un contexto social.
Por otro lado, desde la psicología, la identidad se centra en el aspecto individual y en cómo una persona construye su sentido de sí misma a lo largo del tiempo. Es un proceso interno que involucra la autoconciencia, las experiencias personales, los valores, las creencias y las metas. La psicología también estudia cómo la identidad se desarrolla en diferentes etapas de la vida y cómo puede verse afectada por experiencias, crisis o cambios significativos.
Resumiendo, y grosso modo, podríamos decir que la identidad es una combinación de factores sociales y personales, un proceso dinámico que nos ayuda a entender quiénes somos, cómo nos relacionamos con el mundo y cómo podemos cambiar o reafirmar esa percepción a lo largo del tiempo.
Nuestra identidad en Cristo
Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, la identidad se presenta como algo profundamente ligado a la relación con Dios y a la comprensión de quiénes somos en su mirada. La Biblia enseña que nuestra verdadera identidad se encuentra en Cristo, y que somos hijos e hijas de Dios, creados a su imagen con un propósito divino. Por eso, mantener esa conexión y esa visión espiritual es fundamental para fortalecer nuestra identidad auténtica y evitar que se pierda entre las influencias del mundo.
En la actualidad, uno de los peligros que enfrenta el concepto de identidad desde esta perspectiva es la influencia de la cultura secular y la sociedad de consumo, que a menudo promueven una visión superficial o materialista del yo. Esto puede llevar a las personas a definir su valor en función de logros, posesiones o la aprobación social, en lugar de en su relación con Dios. Cuando la identidad se basa en estos aspectos temporales, puede generar inseguridad, vacío y una sensación constante de insatisfacción.
Lo cierto es que, en un mundo cada vez más digital y globalizado, también existe el peligro de compararse con otras personas, de buscar validación en las redes sociales o de adoptar identidades que no reflejan quiénes somos realmente en Dios, lo cual puede generar una crisis en la que la persona se siente perdida o desconectada de su esencia espiritual.
Sanación en Dios
Nancy Cabrera, a través de su desgarrador testimonio personal, basado en una infancia marcada por los abusos familiares y la enfermedad, señaló en este Día de Énfasis en el Ministerio de a Mujer, que la clave para proteger la identidad es fortalecer la relación personal con Dios a través de la oración y el estudio de las promesas del Señor, para no sucumbir en medio de una sociedad en la que, hoy por hoy, la identidad de la mujer enfrenta desafíos y ataques que buscan socavar su esencia y su valor profundo, al dejar de lado su dignidad y su valor intrínseco como verdadera hija de Dios.
Para ella, descubrir todo el significado que encierra la declaración que encontramos en Efesios 2:10 fue el comienzo de su sanación y lo que le dio sentido a su vida.
Y esa declaración sigue siendo válida para ti y para mí porque es atemporal y sigue teniendo poder para cambiar nuestras vidas, al revelarnos lo que somos. Haríamos bien en mirarnos desde esta perspectiva. Porque, realmente:
«Somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás». (NTV)
Autora: Mercedes Martínez Bou, responsable del Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.