El sábado 30 de septiembre vivimos un día de especial gozo en nuestra Iglesia de Barcelona-Guinardó. Doris, Nelson, Roger, Steysi y Enmanuel, de edades y trasfondos muy diversos, decidieron aceptar a Cristo como su Señor y Salvador personal a través de las aguas del bautismo.
Uno de los aspectos más entrañables de este pacto a través de las aguas del bautismo ha sido ser testigos de la cristalización de 1 Cor 3:6-9: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios».
Nuestra gratitud a los diversos instructores, familiares, ancianos y pastores que han formado parte de este proceso, trabajando en equipo y sumando fuerzas. Pero sobre todo, gracias a la obra del Espíritu Santo, conscientes de que cada experiencia de conversión es un milagro enorme.
Aquello que más deseamos es que Doris, Nelson, Roger, Steysi y Enmanuel puedan sentirse parte de la Familia-iglesia de Guinardó. Que puedan desarrollar los múltiples dones que Dios les ha dado. Y que juntos esperemos con perseverancia y fidelidad el momento del encuentro definitivo con nuestro Señor Jesucristo.
Ojalá que este testimonio pueda servirte de estímulo si, en tu caso, todavía no has dado este paso para vida eterna. Recuerda que estas palabras fueron escritas especialmente para ti:
«Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre». (Hch 22:14-16)
Autor: Daniel Moreno, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.