Los actos de servicio al prójimo son una gran fuente de felicidad y satisfacción si se emprenden con la condición de no esperar a cambio recompensa. El hecho de saberse útil y capaz de dar alegría a los demás, proporciona un bienestar profundo y perdurable, según Rosa Rabbani (doctora en psicología).
La llegada a un lugar desconocido por la noche es la antesala de un misterio que continúa hasta que el sol deja ver con claridad la realidad presente. Pero en este caso, las luces y el primer aire recibido tras bajar del avión, fueron signo de un cambio en el tiempo. Así es, el valor del tiempo y cómo de diferente nos parece que transcurre si se está en un momento dulce o si por el contrario tenemos tareas pendientes.
Durante trece días del mes de agosto han tenido la oportunidad de compartir un grupo del mismo número de personas un tiempo y un espacio en un lugar de Europa. El lugar elegido fue Rumanía y hasta allí llegaron los distintos voluntarios venidos de España y del propio país con el afán de “dar/se”.
El idioma y la nueva cultura no fue un problema para que el acercamiento entre las diferentes personas con las que interaccionaron y trabajaron, diera su fruto. De entre los muchos objetivos, se pretendía confraternizar con la sociedad rumana, acercar España como país, cultura y costumbres disfrutando por el mero placer de compartir.
Allí estuvieron repartidos en dos campamentos: Campia Turzii y Viisoara. Por las mañanas se realizaban cada día, distintos talleres con los niños: cuento-mimo, música, juegos, manualidades e idioma. El día empezaba con dos personajes entrañables y muy representativos de España: Mandarina si Portocala (mandarina y naranja). Casi cada día se introducían en una historia de la que se podía extraer una moraleja. Para fortalecer este aprendizaje se realizaban actividades manuales que recordaban el valor del día: compartir…
La gran habilidad de los niños por el aprendizaje en general y también por la compresión del idioma, ha sido muy apreciada. De la misma forma se quedaban con los ojos abiertos y fascinados cuando una actividad les era propuesta, daba igual del tipo que fuera. Eran todo sinceridad y alegría, ganas e ilusión. Ojalá que no dejemos de vernos en ellos.
Durante la estancia allí, tuvieron la oportunidad de visitar a la comunidad gitana, donde se ha realizado un taller de higiene, en el centro de día y orfanato, y también han jugado y cantado con los niños. La colaboración por parte de los miembros de la comunidad ha sido muy notable y ha favorecido el hecho de que todo el grupo se sintiera como en casa.
En Stupini han compartido “Tabara” (campamento) con las personas de la asociación Ridica-te si Umbla y el pastor y poeta George Uba. Allí también escucharon y cantaron con Vili Dula, Floriana, Naomi y Emilia Cimpean,…
Una de las participantes comenta: ‘El trabajo que hay detrás de unos días tan estupendos es significativo y requiere de mucha dedicación. Fue posible gracias a una cuidada organización de más de un año de trabajo desde Madrid. El Departamento de Singles, con Conchi Carrasco a la cabeza y Simona Anca directora del Departamento de Mujeres, han coordinado toda esta labor. La acogida recibida creo que ha quedado en el corazón de todos y cada uno de nosotros. La amabilidad, la disposición a colaborar y la atención con la que nos han tratado’.
La oportunidad de conocer un poco más el país, sobre todo la zona de Transilvania, se ha dado con algunas visita: El Castillo de Drácula, Biserica Neagra, Poiana (estación de esquí) en Brasov, las minas de sal de Turda, la reserva natural llamada Cheile Turzii, situada al sud de Cluj-Napoca, ciudad ésta que también tuvieron la oportunidad de visitar junto con Alba Iulia.
Y todos los participantes reconocen: ‘Hemos disfrutado de la comida rumana del kurtos, ciorba, mamaliga, sarmale, branza, ardei umpluti cu smantana, salata cu rosie, pepene…entre otras muchas delicias de la gastronomía autóctona. Ha sido un viaje apasionante y un forma diferente de pasar unas vacaciones SOLIDARIAS’.