No dejemos a nadie atrás
Esta frase pertenece a una campaña de la Alianza contra la pobreza del año 2016, que puso de relieve que las personas no pueden ser las últimas en este mundo, que cada persona merece el respeto de sus derechos, el respeto de su dignidad con independencia del lugar del planeta en el que habite. Con esa premisa, hemos trabajado en ADRA en este quinquenio, convencidos de que las personas son valiosas para nuestro Creador y que su deseo es que todas reciban el trato que él les manifestó cuando estuvo en esta tierra; convivió y se relacionó con todas ellas, las defendió públicamente cuando no lo hizo consigo mismo.
Jesús nos dejó a cada uno la responsabilidad de no dejar a nadie atrás, y esa es la motivación que ha impulsado nuestras líneas de acción.
Cooperación
África es una triste paradoja. Continente depositario de riquezas naturales inimaginables (oro, diamantes, petróleo, coltán, etc.) y, sin embargo, padeciendo la pobreza extrema. Ya sea para acallar conciencias, ya para compensar expolios, algunos países han decidido focalizar sus acciones de cooperación en África. Entre ellos está España, lo que ha permitido que, por ejemplo, Etiopía y Níger hayan recibido, con la intermediación de ADRA, recursos económicos procedentes de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Gracias a esas subvenciones hemos podido atender a más de cien mil personas, mejorando su seguridad alimentaria, generando cooperativas agrícolas para comercializar sus productos y garantizando el acceso al agua apta para el consumo humano. También se ha proporcionado a las comunidades útiles y formación para mejorar sus cultivos y prepararlos para el cambio climático que se cernirá, con especial virulencia, sobre su precaria economía.
Seguimos trabajando en Latinoamérica. Muchos países de esta zona han visto cómo las grandes cifras económicas mejoraban; pero ese aumento de renta ha ido acompañado de un incremento de la desigualdad, que se hace especialmente perceptible en las comunidades indígenas. En Bolivia hemos trabajado con comunidades que no tenían acceso al agua potable o al saneamiento. En Perú hemos contribuido a mejorar su nutrición y asegurar unas condiciones de vida más dignas. En El Salvador se ha buscado mejorar el desarrollo económico con huertos y granjas avícolas. Todo esto ha sido posible con la colaboración de gobiernos autonómicos y corporaciones locales.
Pero, sin duda, la peor noticia de este quinquenio ha sido la dramática disminución de los fondos públicos destinados a la cooperación; hemos asistido al mayor recorte de la historia, hasta convertir a la cooperación española en algo casi testimonial. La justificación de tales recortes es conocida (nuestros ciudadanos primero), y el efecto también debería serlo (dejar a millones de personas atrás).
Emergencias
La naturaleza y los conflictos bélicos azotan al planeta de forma sistemática, dejando a millones de personas desprotegidas. En los dos últimos años hemos asistido al mayor éxodo de personas desde la Segunda Guerra Mundial; huyen de guerras buscando la seguridad que han perdido en sus hogares. Atender las necesidades básicas durante ese largo viaje ha sido la misión de ADRA Serbia, y con ella hemos colaborado gracias a las aportaciones de donantes privados.
Pero no solo la guerra ha castigado a los seres humanos, tifones y terremotos dejan a miles personas sin protección. En Ecuador, durante dos años y con la cofinanciación de la AECID, hemos desarrollado un proyecto para formar a la sociedad civil en la prevención de desastres; en Nepal, Filipinas y, nuevamente, Ecuador, gracias a donaciones privadas se ha repartido comida y agua a miles de personas, uniéndose a las iniciativas de la Red Internacional de ADRA.
Junto a estas manifestaciones violentas de la naturaleza, el progresivo calentamiento mundial y las emisiones de gases invernadero están condicionando la vida de miles de personas lejos de nuestro territorio. La región somalí de Etiopía padece una sequía extrema que, por ejemplo, impide alimentar al ganado; esta es la única fuente de ingresos de muchas woredas (entes locales en que se dividen las regiones etíopes) y, gracias al apoyo del Fondo Alavés de Emergencia, más de 20.000 personas han recibido forraje para el ganado, agua y pastillas potabilizadoras.
Compromiso
El dolor y la necesidad no conocen de fronteras, en nuestro país ADRA atiende anualmente a 35.000 personas y lo hace gracias al esfuerzo y compromiso de más de 900 voluntarios de las delegaciones de ADRA en España.
Sin ese trabajo anónimo y altruista, insustituible para ADRA, no sería posible atender a los más vulnerables; en nuestras iglesias, locales cedidos por ayuntamientos (sabedores del trabajo de ADRA) u otros alquilados por los propios voluntarios, se reparten 900.000 kilos de alimentos al año a familias en riesgo de exclusión y personas sin hogar, se presta apoyo escolar a los menores, se imparten talleres de alimentos nutritivos, clases de español, entre otros. Jesús nos dijo que a los pobres siempre los tendríamos, así que el trabajo diario de ADRA constata esa verdad expresada hace miles de años.
Ha crecido el número de Centros de Atención Social de ADRA en España, y a los ubicados en Zaragoza, Madrid y Vitoria, se ha unido el de la ciudad de Sagunto (Valencia) con el apoyo del Fondo Europeo de Asilo, Migración e Integración y el Fondo Social Europeo a través del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Cada año los centros atienden a más de 1.000 personas; el personal técnico y los voluntarios dan orientación social, psicosocial, jurídica y laboral, además de talleres de formación, posibilitando la integración sociolaboral efectiva de los beneficiarios.
Transformación
En Mateo 24: 12 leemos, «y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará». Hoy el corazón del hombre se ha endurecido ante el sufrimiento ajeno. Por eso en ADRA prestamos especial atención a las acciones de sensibilización sobre la desigualdad social y económica que prevalece en nuestro mundo.
La presencia AnDaRinA en los colegios y en la vía pública ha sido esencial; ha contado a los niños cuán diferente es la vida de otros pequeños. Con mesas redondas, jornadas en derechos humanos impartidas por el pastor Roberto Badenas y exposiciones fotográficas hemos mostrado otras realidades y cuál debe ser nuestro compromiso hacia ellas. Con el coro del CEAS y la orquesta del conservatorio J. S. Bach hemos realizado los conciertos SED y Mundo y aparte para mostrar la distribución desigual de recursos básicos.
Aunque el amor de muchos se ha enfriado, eso no los incluye a todos. Cada uno de nosotros, como cristianos comprometidos en las huellas de Jesús, debemos estar obligados a levantar la voz por los que no tiene voz (Proverbios 31: 8). Él no dejó de hacerlo.
Calidad
A lo largo de estos años, ADRA se ha sometido a auditorías externas anuales, que hemos publicado en nuestra página web; también hemos obtenido en 2015 la certificación en el sistema de calidad EFQM y nos hemos sometido a los principios de transparencia y buen gobierno impuestos por la Coordinadora de ONGD y supervisados por auditores externos.
Además de incorporar sistemáticamente instrumentos que evidencian nuestro compromiso con la transparencia y buen gobierno en las acciones, ADRA ha participado activamente en redes y plataformas del sector social y de desarrollo para generar sinergias, compartir buenas prácticas y promover la incidencia social. Ha formado parte de la Junta de Gobierno de la Red de ONGD de la Comunidad de Madrid y participado activamente en la coordinación de grupos de trabajo en la Coordinadora Estatal de ONG.
Y hasta aquí hemos llegado con el anhelo de no dejar a nadie atrás. Este no es el final, solo la continuación de una misión que nos dejó Jesús. En este camino quiero agradecer al patronato su apoyo y aportaciones, al equipo de técnicos de ADRA su convicción de que el mundo debe ser más justo, a los voluntarios por un compromiso encomiable con los que sufren, y a los socios de ADRA porque, con su apoyo, transforman la realidad de muchas personas.
Miremos al futuro con la constante esperanza en un mundo sin dolor, pero en ese camino no dejemos a ninguna persona atrás.