Después de que los medopersas toman Babilonia, Darío el Medo reconoce la sabiduría de Daniel y lo invita a formar parte del nuevo Gobierno. El anciano profeta es tan sobresaliente en sus deberes públicos que el nuevo rey lo nombra administrador principal de todo el Gobierno medopersa. Sin embargo, a medida que transcurre el capítulo, Daniel enfrenta el resultado de lo que bien podría llamarse el “pecado original primordial”: el de los celos.
No obstante, antes de terminar la historia, podemos ver que Daniel es fiel a sus deberes seculares bajo los medopersas y también a su Dios, que es lo más importante. Y podemos estar seguros de que, en gran medida, su fidelidad a Dios también afecta directamente su fidelidad en los demás aspectos. La experiencia de persecución de Daniel sirve como un paradigma para el pueblo de Dios en el tiempo del fin. La historia no indica que el pueblo de Dios estará libre de pruebas y sufrimientos. Lo que sí garantiza es que, en el conflicto con el mal, el bien finalmente triunfará y Dios finalmente vindicará a su pueblo.
PARA MEMORIZAR: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4).
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 6; 1 Samuel 18:6–9; Mateo 6:6; Hechos 5:27–32; Marcos 6:14–29; Hebreos 11:35–38.