El 28 de junio se celebra el Día Mundial del Árbol, y desde Naturalia 7.0 te animamos a reflexionar sobre su valor e importancia como ciudadanos y como cristianos adventistas del séptimo día, a la luz de la Biblia.
Desde el inicio del relato bíblico, los árboles ocupan un lugar central en la historia del ser humano. En el tercer día de la creación, Dios hizo brotar de la tierra:
«Todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer»
— Génesis 2:9 Entre ellos se hallaban dos árboles especiales: el Árbol de la Vida, fuente de vida eterna, y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, que al ser mal usado trajo muerte y separación.
Árboles en la Biblia: símbolos del ser humano
El árbol no solo aparece como creación útil, sino como símbolo del ser humano mismo. El justo, según el salmo, es «Como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo» (Salmos 1:3).
En el capítulo 4 del libro de Daniel, el profeta interpreta el sueño de Nabucodonosor, en el que aparece un gran árbol que simboliza su vida y su imperio. Esta figura no solo representa su poder, sino también su impacto sobre quienes dependen de él. La visión revela que el destino del árbol —y, por tanto, del rey— está íntimamente ligado a sus decisiones morales: si gobierna con tiranía y soberbia, el árbol será talado.
Con la caída del árbol vienen la locura, el aislamiento y la humillación del monarca. A nivel ecológico, el mensaje es claro: destruir el equilibrio que sustenta la vida —representado por el árbol— conduce a la degradación y la muerte del propio ser humano.
En la Biblia, los árboles son símbolo de estabilidad, crecimiento, sombra y refugio, pero también de juicio y restauración. En el caso de Nabucodonosor, el árbol majestuoso encarnaba tanto la grandeza de su reino como su responsabilidad ante Dios. Su destrucción es una advertencia: cuando el poder humano se ejerce sin justicia ni humildad, se arrasa también aquello que sostiene la vida colectiva.
Este relato resuena hoy con fuerza ecológica. En un mundo donde la soberbia humana ha llevado a la tala de bosques, la explotación de la tierra y el desequilibrio ambiental, la historia de Daniel 4 recuerda que la salud del árbol y la salud del alma están profundamente entrelazadas. La arrogancia que devasta la creación termina por destruir al propio hombre. Solo un reconocimiento y respeto por el Dios Creador —como el de Nabucodonosor tras su restauración— puede dar un poco más de tiempo al mundo que nos rodea.
La decisión de Nabucodonosor de respetar al Creador fue individual; la tuya, como mayordomo del cielo, también.
Pulmones del planeta
Los árboles son vitales para el equilibrio ecológico:
- Un árbol adulto puede absorber entre 10 y 30 kg de CO₂ al año
- Produce oxígeno suficiente para varias personas
- Refresca el aire, previene la erosión del suelo y preserva la biodiversidad
Sin embargo, según la FAO, perdemos más de 10 millones de hectáreas de bosque cada año debido a la tala masiva, los incendios y la expansión urbana.
«Un país que destruye sus árboles se destruye a sí mismo».
— Franklin D. Roosevelt
¿Y si los árboles desaparecieran?
Si los árboles desaparecieran…
- Se dispararía el dióxido de carbono atmosférico
- Aumentaría la temperatura global
- Se extinguirían miles de especies
- Se acelerarían los desastres naturales.
Los árboles no son un lujo, son una necesidad para la vida.
Cuidar, plantar, enseñar: acciones para hoy
¿Qué podemos hacer desde nuestras casas, iglesias y comunidades?
Acciones individuales
- Plantar árboles en casa o en zonas habilitadas
- Cultivar semillas o comprar plantones en viveros
- Reducir el consumo de papel y apoyar la reforestación
Acciones comunitarias
- Hablar con los Ayuntamientos para organizar jornadas de plantación
- Enseñar a niños a plantar y cuidar árboles
- Crear un herbario con hojas secas, identificando especies locales
- Hacer salidas de reconocimiento forestal
«Aunque supiera que el mundo se acaba mañana, aún plantaría mi manzano hoy».
— Martin Luther King Jr.
Nuestra responsabilidad como mayordomos de Dios
Dios ordenó al ser humano: «Cultiva y guarda el huerto» (Génesis 2:15). Esa tarea sigue vigente. Somos mayordomos del planeta, y un día daremos cuenta a Dios.
«Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo… de destruir a los que destruyen la tierra».
— Apocalipsis 11:18
Este 28 de junio, que no pase como un día más. Haz algo. Plántalo. Enséñalo. Compártelo. Ser mayordomo de la Tierra es un honor… y una responsabilidad.
Naturalia 7.0
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Autor: Dirección de Naturalia 7.0. Redactado por Sergio Martorell, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
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