Toda relación que se aventure a traspasar el umbral de meros conocidos, tendrá “tiempos de dificultades”. La norma siempre debiera ser la prevención mediante principios cristianos sabios. Pero tarde o temprano, los conflictos se introducirán subrepticiamente incluso en las relaciones más estrechas y saludables. Felizmente, la Biblia está llena de conocimientos para garantizar que los conflictos no se conviertan en conflagraciones que destruyan familias y amistades.
Quizás a los cristianos nos puede sonar como un consejo familiar trivial que se nos diga que amemos y seamos amables (Juan 13:34, 35), que vivamos en paz y en armonía unos con otros (Rom. 15:13-16) y que perdonemos (Efe. 4:31, 32); pero estas son exactamente las actitudes que olvidamos rápidamente en tiempos de conflicto.